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REVIVIR LA PASIÓN ADORMECIDA
Película "Le Week-End"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Premios |
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La ciudad más romántica del mundo se puede convertir en el ambiente más cáustico en lo que a relaciones amorosas se refiere. El interrogante, a modo de escalofrío incómodo, recorre la piel del espectador gracias a “Le Week-End”. El llamado “conflicto de pareja” protagoniza un fin de semana que está a punto de terminar en naufragio. Jim Broadbent demuestra haberse ganado con creces la Concha de Plata como Mejor Actor en la 61 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Aunque la película dirigida por Roger Michell no se asociara a este galardón, no hubiese perdido el interés corrosivo que despierta desde el comienzo.
París es la ciudad de los enamorados. Un punto de encuentros y desencuentros que deja huella; poseedora de un magnetismo delicado, capaz de enganchar a nuevas y asentadas parejas. En París, las risas se comparten con mayor dulzura y las decepciones se convierten en dolor más trágico. La capital del Sena se convierte en cementerio y cuna del amor; palacio de la sinceridad y cama del distanciamiento conyugal, con o sin anillo.
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El tiempo hace que nos olvidemos de vivir. Formaliza una relación sentimental, la imaginación se estanca; los sueños desaparecen y el perdón se diluye entre el velo de una rutina asfixiante. Un convencionalismo que, a pesar del ahogo producido, seguimos aceptando. Nada queda entre Nick y Meg después de treinta años casados... parece. No existe mejor escenario que la Ville lumière para intentar recomponer lo que el tiempo va erosionando. “Le Week-End” es una comedia en la que el dramatismo circula en plena libertad, entre la carcajada y la reflexión. Ambos están juntos pero en la distancia. Son personas que dosifican sus vidas de maneras distintas: desde la frialdad casi existencialista de Nick hasta la necesidad pasional emergente de Meg. Un contrapunto que mueve a la película dentro de un ritmo cómico, negándose a abanonar la tragedia de una pareja que no es sincera entre sí. Laten los miedos íntimos de cada uno, prevaleciendo el orgullo ante la reconciliación. Este caos sentiental mezcla chiquilladas con dolor adulto. |
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Encontramos humillación, indiferencia, desprecio, necesidad de confesar lo que tanto nos cuesta reconocer. Meg quiere ser seducida y a Nick le cuesta abrir su corazón. Ambos son sinceros en sus reproches.
Los celos se convierten en neurosis cuando pueden al amor que late dentro. Las ganas de una separación abre brecha en un sentimiento con el que se niegan a dialogar. La nostalgia del amor pasado aplasta a la necesidad de plantearse nuevos retos para que el cariño futuro sea un camino por descubrir. Siempre nos quedará París. |
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