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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

NAZIS DE MIERDA
JGS

(España)
Nazis no
   

Sangre, rabia y gritos. Las bestias neonazis vuelven a sembrar de dolor las calles de Madrid al asesinar a Carlos Javier Palomino. Antifascista. Los corazones de gente pacífica se tiñeron de vergüenza, se sientan o no españoles Son momentos en los que me gustaría esconderme detrás de mi sombra. Jamás me esconderé de los que se saltan la ley para fabricarsu propia justicia siempre manchada de sangre. Siempre por odio. Bárbaros y sin razón.

Hemos comprendido que la fuerza del clamor popular nos puede hacer menos débiles a la hora de expresar nuestras opiniones. Casi indestructibles. Eslogans como “No en mi nombre”, “nunca más”, “otro mundo es posible”. Voces que se sienten desprotegidas y fuertes al mismo tiempo. Voces hartas de ver cómo unos asesinos se pasean impunes sin que la justicia les diga nada. Es el poder de la multitud. Se convierte en arma letal cuando está al servicio de unos pocos que transforman el espíritu pacífico de una manifestación solidaria en revancha violenta. Los amigos de Carlos se dejaron llevar por esta ira justificada y reprobable. Convirtieron a Madrid en una batalla campal con contenedores ardiendo en vez de corazones sensatos aunque dolidos. Su asesino anda suelto, tranquilo, bajo el manto de la ultraderechista Democracia Nacional. Luego hablamos de terrorismo islámico o del radicalismo yihadista como gran lacra de nuestra sociedad. Hasta que estos vocablos no formaron parte de nuestro vocabulario cotidiano vivíamos en una sociedad oxigenada y limpia. Ultraderechistas contra antifascistas, la guerra de siempre.

En esta ocasión le ha tocado el turno a Carlos Javier Palomino, un joven de presunta ideología antifascista, redskin. Su asesino, un nazi. Ambos extremistas, ambos peligrosos, ambos humanos y por lo tanto imprevisibles. La ola de enfrentamientos callejeros se convierte en noticia, el consenso político para erradicar este problema se diluye. Las acusaciones no cesan y las discrepancias se disparan. Dejazón. Me pregunto por qué.

Las imágenes ofrecidas en televisión de guerras callejeras entre policía y manifestantes producen vómito. Dan asco. Nada se gana con destrozar mobiliario urbano, atentar contra comercios, alterar el orden ciudadano. “Ser terrorista por un día” y colgar en You Tube el video casero de la represión fascista. Luego, nada. Los ultraderechistas son nazis por devoción. Los radicales de izquierda son nazis cuando se vuelven violentos. Ser nazi significa avasallar, imponer a la fuerza tu voluntad. Jugar a ser Dios ante el débil. Ser nazi significa no respetar la democracia, tomarse la justicia por tu cuenta. En resumen: ser un terrorista. Ratas de alcantarilla. Existen nazis de izquierdas y de derechas, algo que no estamos dispuestos a admitir pero permitimos y no denunciamos. Entiendo que los amigos y simpatizantes de Carlos Javier Palomino se sientan con ira. La ira no se aplaca con más ira.

El debate en el seno político para ilegalizar a los violentos (ultraderechistas, izquierdas, me da igual) se ha abierto. Para ilegalizar formaciones políticas que amparan a estos extremistas (terroristas camuflados bajo siglas). Es algo que parece dar pánico a los políticos. Algunos financiados desde la oscuridad por partidos políticos con siglas electorales.

Me da igual que los antifascistas no vistan botas militares, ni se rapen el pelo, ni se tatúen la svástica en el pecho si arremeten contra lo que les resulta incómodo para expresar su furia. Puede estar justificada, pero su forma de expresarla no. Han matado a un compañero, quizás era tu vecino. Eso no te da derecho a ser como tus asesinos. Siempre “contra un Estado fascista y policial”, como dices. Así también te conviertes en un nazi, pateas mis derechos de ciudadano pacífico. La película  ”American History X” me viene a la memoria por obligación. El neonazi Derek Vinyard entendió el error, pagó por ello y a la hora de reinsertarse, hizo lo correcto: aborrecer su antigua identidad nazi.
Los amigos de Carlos no hicieron honor a su muerte. Las imágenes ofrecidas por las televisiones sobre los altercados ocurridos en las calles de Madrid me produjeron vergüenza. Luther King y Gandhi dejaron el camino de la lucha inteligente abierto, nadie parece que queramos seguir ese camino. Tomamos atajos de violencia para descargar la adrenalina que la impotencia nos produce. En las mismas calles gritamos “¡no Bush!”, “¡Bush terrorista!”, ¡USA asesina!” y usamos sus mismas tácticas: la prepotencia y la sinrazón. ¿Así es cómo sabemos defender el honor de Carlos: con la fuerza bruta?. No me avergüenzo de ser español, tampoco creo en eso de las banderas. Lo que me avergüenza es convivir con semejantes bárbaros: unos por asesinar y otros por no saber responder a este asesinato vil con la cabeza, sino con los puños. Nazis de mierda.


JGS

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