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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

EL PRÍNCIPE MADIBA
La muerte de Nelson Mandela conmociona al mundo
05-diciembre-2013

JGS

Nelson Mandela, 1918-2013

El mundo se ha despertado huérfano. El vacío que deja la muerte de Nelson Mandela será difícil de llenar. Mientras las avenidas de Johanesburgo lloran su pérdida entre cánticos de amargura y dolor, la ciudad sale a las calles para gritar alto y claro su nombre, que es lo mismo que invocar a la libertad. En una ceremonia colorista y cantarina, éste se convierte en himno. Peter Gabriel suena junto al eco vacío que se respira en Soweto, "Biko" ha despertado entre los muertos. El cuerpo de Nelson Mandela abandona a los vivos.

Hoy, 6 de diciembre de 2013, como se le conocía en los entornos familiares, todos somos Madiba. En un parentesco morboso, su muerte nos hace sentir más cercanos a él. En los fastos del emperifollamiento político habrá de todo: rutina institucional, fervor popular, devoradores de eventos, designados figurines, fieles amantes de una libertad coartada durante décadas y cínicos oportunistas que buscan en el acontecimiento la excusa para mostrar su lado menos duro -porque el corazón se nos ablanda con la muerte ajena cuando toca alabar el recuerdo del cadáver-. No me interesa la parafernalia ni la voces de los políticos (que ya conocemos) sino los sentimientos del pueblo, con los que Mandela se identificó y para los que luchó sin agotamiento.
La democracia ha perdido a uno de sus hijos más fieles. Nelson Mandela ha sellado su pacto con la vida al despedirse de nosotros en silencio. El padre de la nación sudafricana deja una gran herencia: logros históricos e infinidad de metas por alcanzar. Los habitantes de esta tierra multiétnica miran a Desmond Tutu como sucesor de Madiba, única esperanza para mantener la unidad.
El espíritu negro canta su muerte entre el dolor y la confianza.
El Arzobispo Desmond Tutu junto a Mandela
 
Nelson Mandela, la sonrisa del perdón
El rostro de Mandela ha dado la vuelta al mundo como nunca hubiera imaginado el Premio Nobel de la Paz. Su nombre se ha convertido en “Padre Universal”, provocando más acercamientos que escisiones. Sinónimo de justicia y coraje, identificarnos con él nos convierte en activistas de una lucha pacífica encauzada a abolir cualquier gesto de exclusión racial.
 
Nelson Mandela fue la voz del pueblo. Su recuerdo ha colapsado el frenético capitalismo de Wall Street. Su cuerpo, consumido por la dureza de una vida encarcelada, descansa silencioso; busca la quietud de Mvezo, su ciudad natal, entre los versos de “Invictus", su poema preferido. Ojalá los vivos respetemos su memoria olvidando el significado de la palabra apartheid. Ojalá su rostro no se convierta en artículo de codicia filatélica y su tumba no sea escaparate impoluto de la Historia ni destino de peregrinación turística: su obra se encuentra en el corazón del pueblo sudafricano, no en monumentos escoltados por policías flemáticos.
Nelson Mandela es el padre de la concordia universal; hombre con ideas políticas firmes y justas; corredor de fondo a quien no le importaron las distancias; sólo cruzar la meta. Una víctima y un ganador que ha vencido al tiempo. Un hombre entregado a otros hombres; luchador por una causa jamás abandonada. Sinónimo de libertad y condena.
 
Como hijo de jefe tribal, Mandela fue un combatiente nato, indomable, conciliador, tenaz, incansable y con una gran fe en el hombre: la prolongación de Ghandi en otro tiempo y espacio; estorbo para los intereses racistas de una dictadura moral y política llamada segregacionismo. El apartheid que construyó el primer ministro Hendrik Frensch Verwoerd (1958-1966) lo llevó a la cárcel. Mandela nunca fue su enemigo; él no se hacía enemigos. Este sistema separatista representaba una cara de la injusticia contra la que estaba dispuesto a luchar sin esconderse. Su política: defender la igualdad entre los hombres; su intención: destruir el poder conseguido por la barrera racial en Sudáfrica.
  El puño de la libertad
 
Las palabras finales pronunciadas durante el juicio de Rivona, en junio de 1964, significaron una declaración de principios frente a una sentencia dictada antes de hacer esta pantomima judicial: "He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir.”
 
El 16 de junio 1964, Mandela y otros siete activistas pro Derechos Huanos son condenados a cadena perpetua en el juicio de Rivonia. Este furgón les transporta de la Corte a a la cárcel
Nelson Rolihlahla Mandela, vencedor del apartheid
 
Hemos enmudecido y nos hemos quedado huérfanos. Ahora, ¿qué?, nos preguntamos. El carisma de su personalidad no supera la importancia de su legado. Es nuestro deber preservarlo. Hoy se pondrá el sol y vendrá otro día; y luego otro y otro. ¡Nos has dado tanto exigiendo tan poco! Nos has hecho ver cómo sin rencor el entendimiento traspasa lenguajes, etnias y religiones. Más allá del carácter político se encuentra la humanidad de un hombre que se abrió al mundo y lo conquistó sin soberbia ni maldad.
46664, el número de la libertad  
Nelson Mandela encontró los diamantes sudafricanos que cautivaron a Occidente en el alma de su pueblo. Su corazón regaló y trasmitió paz e infundió ese espíritu de coraje que jamás le ha fallado. Fue grito de guerra y palabra de paz.
  El pueblo de Nelson Mandela
Desde la cárcel que convierte a las personas en números, el prisionero 466/64 construyó el espíritu de una nación capaz de morir por él. La prisión de Robben Island custodió sus pensamientos libres durante 27 años. Fue su Alcatraz que llenó de ruiseñores, donde el racismo se enseñaba con el entorno penitenciario. El tiempo ha arrugado su piel; el aperturismo lanzado por Frederik Willem de Klerk en materia de Derechos Humanos proporciona libertad al pueblo sudafricano. La escasa presión internacional, y el amiguismo de Estados Unidos con el gobierno de Pretoria, no hicieron nada para exigir a Pieter Willem Botha (el gran cocodrilo) la excarcelación inmediata de Mandela.
El hecho de que Sudáfrica estuviera implicada en la causa anticomunista (aliado de USA) reforzó su antigua amistad con Washington, que hacía oídos sordos al drama del apartheid. Hombres libres prisioneros de su ideología.

La Historia está tejida por una perversa confabulación política entre potencias. Se aprovechan del momento, ahogando al débil y manteniendo al títere que preserva sus intereses. ¡Eran otros tiempos! El pasado no se toca. La auto satisfacción diplomática resplandece: “que no se vuelva a repetir”.
Por respeto a Nelson Mandela no llamaré bastardos a estos gobiernos libres; tan sólo les recordaré que sin figuras como él, la democracia que con tanto bombo predican no existiría.

Fight for Freedom
Pieter Willem Botha

Las palabras de cariño en los funerales horrorizan por su olor a comparsa, pero el espíritu de Nelson Mandela sigue vivo, sólo su cuerpo ha muerto. Madiba, hemos perdido tu compañía, el calor de tu sonrisa; sin embargo, yo me quedo con el fuego de esas palabras que nunca morirán y que hacen del hombre un ser libre: “Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él.”

 


JGS

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