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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

TODO Y NADA EN UN ELEMENTO
La sombra que Silvio Berlusconi deja
JGS

La muerte de Silvio Berlusconi deja un reguero de conexiones mafiosas y ego político
 

Silvio Berlusconi lo controlaba todo excepto una cosa a la que no pudo comprar: la muerte. La perogrullada tiene un sentido más que irónico, incide en la prepotencia de un hombre que supo captar el desencanto popular. Advirtió que en Italia existía una necesidad de paladín asesino del comunismo. La imagen que trabajó quería acercarse a la ciudadanía, hacerla ver que vivían bien con sus miserias si las disfrutaban e intentaban ser los Berlusconi del barro. Fue un hombre del pueblo siempre que el pueblo estuviera dispuesto a renunciar a sí mismo. ¡Está bien como sois pero fijaros en mi como modelo! A escondidas mascullaba: un modelo al que nunca podréis optar porque la masa sólo sirve para ser manipulada por la élite o por los demagogos parlanchines. Se no le convirtió en la crema y nata de la moralidad pero sí en la tarta apetecida para los titulares excesivos.
El político innovador logró su triunfo en un sentido negativo, alzando a Forza Italia como espada contra el comunismo que poca gente se planteaba en términos de doctrina. Su creación destruyó el concepto de partido como entidad grupal para convertirlo en otra empresa de su imperio. Su destino está en entredicho cuando la sombra que lo ha gobernado y amamantado con su dinero ha desaparecido. ¿Los herederos convertirán en reliquia la piscina donde el padre se daba baños de multitudes como político serio? ¿O serán Trump y Bolsonaro los encargados de expandir el reino de Berlusconi allende los mares, como si fueran dos Marco Polo del populismo explotado por el Caimán (otro de sus apodos)? Estos personajes también se cuentan entre los beneficiarios del espíritu berlusconiano, capaces de tambalear la estabilidad internacional. ¿Alguien se lo imagina celebrando la caída del Muro de Berlín a frente a la Puerta de Brandeburgo a ritmo de Winds of Change?

Berlusconi era la alternativa al mal obrero de pensar para debatir, el paladín que antepuso el poder del dinero al peso de la democracia. Aunque jamás lo oiremos de su boca, Isabel Díaz Ayuso copió consignas de su ideario al bautizarse en la ideologización lingüística con la frase ‹‹Socialismo/comunismo o libertad››. El milanés ¿fue un mafioso aceptado legalmente?, ¿un chulo, un estratega del despotismo que le gustaba irse de putas?, ¿alguien con ideas claras y pensamientos oscuros? Silvio Berlusconi era yo o yo. El sobraba, por eso la muerte ha sido el único elemento capaz de acallar a el Cavaliere, de repetirle en la cara las mismas palabras.
El cine no desperdició el tirón de su nombre a través del documental y la ficción. Videocracy (2009), de Erik Gandini, o la construcción el personaje; la biografía no autorizada Silvio Forever (2011), de Roberto Faenza, repasando su vida por distintas épocas o el ascenso político descrito en My Way: The rise and fall of Silvio Berlusconi (2016), de Antongiulio Panizzi, pertenecen al primer género. El segundo se plasma en Viva Zapatero!, El caimán, Tutti a casa o Silvio (y los otros), donde Toni Servillo se pone a las órdenes de Paolo Sorrentino. Berlusconi suscribiría las palabras de James Gandolfini en La última bandera con naturalidad egocéntrica: Primero estoy yo; luego, Dios, los guardias, los perros y vosotros.

El fillósofo Pierre-André Taguieff calificó a Berlusconi como padre del telepopulismo, capaz de arrastrar masas gracias a la fuerza de un feudo audiovisual. Todo para él era una empresa, hasta las ideas y las personas. Se le ha calificado de visionario por adelantarse a los tiempos en el modelo empresarial y la forma de hacer política. ¿O deberíamos decir deshacer? Sí, fue visionario para favorecer sus intereses centrados en su nombre y montó un vodevil que reivindicó como propio e irrepetible. Jesús Gil y Gil quiso imitar su farándula en España. Conocido por las orgías bunga bunga y los chistes vulgares, Berlusconi fue un personaje maldito para el amante latino y un emblema exportable del éxito italiano. Ruby robacorazones era una menor de edad marroquí asidua a sus bacanales que abrió las puertas al Rubygate. Los enredos judiciales casi siempre se movían en torno a las fiestas eróticas durante su mandato de primer ministro.
Se dice que este hijo de un empleado de banco, y graduado en Derecho, ha amasado su fortuna a través de préstamos de la mafia siciliana. El gusanillo inmobiliario le picó en 1973 al crear el complejo Milano y una red de televisión por cable propia, TeleMilano, para ofrecer este servicio a sus propiedades. Su zambullida en política comenzó dos décadas después, cuando Italia hacía frente al Tangentopoli, el escándalo de corrupción que se llevó por delante a la Democracia Cristiana. Sus años de carrera política esquivaron varias investigaciones por conexiones con el hampa y presuntos sobornos al exprimer ministro Bettino Craxi.

El político, magnate y animal mediático creador de la televisión basura amó los excesos para atraer la atención de todos mientras él no hacía caso a nadie, ni tan siquiera a los que bailaban a su ritmo. Ahora todos respetan a Silvio Berlusconi y los halagos, más o menos imparciales, rodean su tumba como una corona virtual de mensajes funerarios. El gobierno británico expresó su frialdad en tuiter al destacar el ‹‹enorme impacto en la política italiana durante varias décadas››. Emmanuel Macron ha recordado a Berlusconi como una ‹‹figura importante de la Italia contemporánea››. El presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, y la presidenta del Parlamento Europeo, la popular Roberta Metsola, han subrayado el liderazgo que Berlusconi asumió en el centroderecha italiano y europeo. El ultraderechista húngaro Viktor Orbán, aliado político de Berlusconi, le ha calificado de ‹‹gran luchador››. Incluso Putin, amigo íntimo, ha subrayado su dedicación y energía. Hasta el fútbol se ha pronunciado sobre su figura: el exjugador y extécnico del Milan y actual entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti afirmó: ‹‹Queda la infinita gratitud al presidente, pero sobre todo a un hombre irónico, leal, inteligente, sincero››. Sólo la vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y cabeza de la coalición Sumar, Yolanda Díaz, ha subrayado el rechazo al proyecto político que representaba tras enviar su pésame a los familiares. ‹‹La disparidad del proyecto político que representó a lo largo de tanto tiempo el señor Berlusconi no adolece de mi compasión y es más, muestra la disconformidad con el mismo››. El periodista Alan Friedmann relata un testimonio que define la personalidad de un hombre oscuro, incapaz de pasar desapercibido, disfrazado de acoso escolar: ‹‹Un día, durante una tormenta, un abusón se metió conmigo y yo reaccioné por primera vez. Le metí la cabeza en un charco y le dije '¿quién manda aquí? yo'. En ese momento fui señalado como líder para toda la vida››. Ahora, tú estás muerto, Silvio Berlusconi, y yo puedo reírme en mi modestia mileurista.

 


JGS

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