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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

CELEBRACIÓN Y PITADAS
Fiesta y el bochorno durante el Día de la Hispanidad
JGS

El Día de las FF AA celebrado entre abucheos y enfado popular
 

El mundo dejó de ser plano el día que Cristóbal Colón llegó a un territorio desconocido. El 12 de octubre de1492 se produjo un bautizo equivocado. Arrebató la tierra a sus dueños con la cruz pacificadora por delante. Se iniciaron 500 años de salvajismo y atrocidades en nombre de la fe católica y un imperio donde el sol no se ponía nunca. Es lo que tiene cualquier conquista: imponer la ley del más fuerte. Ahora se celebra esa efeméride con vítores y jaleos multitudinarios. Convertida en Día de la Fiesta Nacional, sus diversas denominaciones a través de la Historia (Día Nacional de España, Fiesta de la Hispanidad, Día de la Raza, Día de la Hispanidad) revelan la naturaleza manipulable del calendario con músculo político e ideológico. En los países latinoamericanos, la denominación es menos pomposa. Cabalga entre anécdota histórica y recuerdo orgulloso. No pasa inadvertida para nadie.

Hoy, cuando la sociedad debería haber avanzado moralmente, aunque la Franja de Gaza esté colapsada y los ataques israelíes masacren a población civil inocente, la Hispanidad se mantiene viva. Sin entrar en las motivaciones impulsoras del festejo, su instrumentalización política está fuera de duda. Cada conmemoración es un incendio a pequeña escala que encuentra en el presidente de turno el chivo espiatorio sobre el que cargar la culpa de los males nacionales. Todos recordarán la imagen hierática de José Luis Rodríguez Zapatero sin levantarse ante el paso de la bandera estadounidense en el Desfile de las FFAA del 12 de Octubre de 2003. O, dieciséis años después, cuando Pablo Iglesias, líder de Podemos, no acudió al desfile miliar del Día de la Hispanidad ni a la recepción posterior en el Palacio Real. ¿El españolismo de la derecha querrá apoderarse de este acto como algo propio? Cada vez, la necesidad de un día nacional es más laxa. La bandera es un símbolo de todos que no necesita una fecha especial para reclamar su importancia. Pero lo que más nos apetece cada 12 de octubre es que el buen tiempo no se convierta en aguacero y permita disfrutar de una jornada campestre, lejos de enseñas convertidas en identidad ultranacionalista y ataques antindependentistas. Los amantes del protagonismo exhibicionista se apuntan al manifestódromo berreador contra quienes no comulgue con su dietario ideológico. Hoy tocaba abuchear, insultar, cargar contra el independentismo catalán en vez de conmemorar una fecha nacionalizada erróneamente. Las concentraciones multitudinarias son el momento idóneo para hacer estallar ideas con adrenalina callejera.

En América Latina se recuerda el genocidio, producto de la esclavitud y matanzas indiscriminadas contra razas con creencias propias, que los conquistadores españoles no aceptaron. La Iglesia incitó matanzas a través de un colonialismo que sigue minimizando sus desaguisados.
Esta jornada de fiesta nacional tendría sentido como elogio a las misiones humanitarias que el Ejército realiza con las fuerzas de Paz internacionales, desplegadas por las zonas calientes del planeta. Una celebración cargada de militarismo engorda una parada soldadesca con aire de pasarela patriótica que no representa a todos los españoles. Y en las generaciones más jóvenes cada vez cala menos.
La camarilla política busca el protagonismo dentro de este espectáculo postizo a través de una foto que acabará en la basura de las pantallas cibernéticas o en papel reciclado como titular fugaz. El 12 de octubre no motiva como fiesta nacional por su tez viejurga, casi ancestral, oportuna para repasar una Historia convertida en hazaña bélica. Salvo en las naciones que no tienen ejército, sus defensores afirman una universalidad inexistente. ERC ha presentado una proposición no de ley (PNL) en la que pide la supresión de desfiles militares ante el gasto desmesurado. Por un día, hacemos la vista gorda ante un dispendio que no se considera despilfarro porque entretiene y solidifica el ego nacional de algunos. Deberíamos plantearnos si el gasto realizado para este aparataje sienta bien a las arcas públicas. El patriotismo enfanga una intención solidaria. El sentido colorista del desfile se distancia del sentimiento inculcado desde las instituciones morales y sociales cada uno interpreta a su manera. ¿Hoy es una conmemoración gratificante o una jornada que glorifica el paseo militar?

¿Alguien sabe definir el concepto de Hispanidad, su aportación al mundo? ¿Alguien es capaz de justificar la elocuencia de lo cercenado con la tizona conquistadora? ¿Derramar sangre inocente es sinónimo de educar? ¿Aquello fue evangelizar con la palabra de Dios o asesinar en nombre del expansionismo territorial? Un día antes de la fecha que se juzga se ha estrenado en las cartelera española Los colonos, una película que demuestra cómo el hambre invasor del pez grande se comen a su víctima en la Patagonia chilena.
Hoy, en pleno siglo XXI, se han escuchado insultos, pitadas, lemas con nombre propio, Puigdemont a la cárcel, quejas sobre el alejamiento de la tribuna real del público. Trasladar el malestar ciudadano de la política nacional en un día que se entiende festivo con impulso cavernario. Las broncas, convertidas en costumbre, fueron una falta de respeto al rey Felipe VI, al presidente en funciones, a los soldados que desfilaron y al resto de asistentes. Durante los corrillos previos y posteriores a la parada militar, Cataluña eclipsó una jornada de hermanamiento que tuvo poco de cohesión general. La parafernalia circense de los aviones rasgando el cielo con estelas de colorines en un mundo en guerra eclipsó su recuerdo por unas horas. La solidaridad que tanto gusta restregar tampoco fue invitada al acto. La cabra Pacoli volvió a desfilar con porte gallardo, orgullosa de su papel simbólico sin sentirse abochornada por los improperios groseros de una minoría bullanguera. Esos gritos malsonantes representaron a una España pequeña. Afortunadamente, vivimos en una sociedad que puede gritar para defender su libertad de expresión. ¡Esto, con Franco no ocurría!
El 4 de julio en Estados Unidos y el 14 de julio francés hay fuegos artificiales y algo de cachondeo, aquí nos concentramos en la celebración extramuros por las arterias madrileñas e intramuros en el Palacio Real sin analizar su origen. Hemos nacido con el gen histórico evolucionado. Sin duda, Spain is different. Creer en la Hispanidad es asumir los errores y aciertos de los conquistadores españoles, poniendo fin al terraplanismo aunque algunas mentes sigan aferradas al encefalograma plano.

 


JGS

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