A algún político le encanta dar clases de Historia fuera de la Universidad, en foros donde la ignorancia verbal sufre de incontinencia y las palabras vomitan ideas incendiarias que buscan provocar fuegos donde arden chispas bravuconas y apocalípticas. El 16 de octubre, Alberto Nuñez Feijóo, presidente del PP y candidato a la investidura como dirigente del gobierno español, lanzó una mentira para convertirla en verdad siguiendo los dictámenes de Gobbels. Sería mejor decir inexactitud. Feijóo quiere dar relevancia al independentismo catalán en clave de ruptura nacional, igual que sucedió en la Yugoslavia de Slobodan Milosevic. ¡Qué ignorante y manipulador!, ¡qué simplista al convertir cualquier deseo de alejamiento centralista en secesionismo antipatriótico! Feijóo ha comparado años de guerra fratricida con escenarios donde se siente salvador. El catalanismo crea fisuras en la sociedad española. La tergiversación de pareceres es lo que mancha la evolución de una identidad considerada terrorista. Lo hace porque no sintoniza con la armonía gualda y roja que todavía alzan brazos invisibles. Cataluña es un eje de España, no su timón; tampoco se trata del hijo díscolo que quiere emanciparse sin perder privilegios.
Pero, sigamos con la interpretación histórica de Feijóo. A los políticos les encanta crear guerras dialécticas, bailar sobre las tumbas de masacrados en la distancia mientras no les toquen a los que yacen en las cunetas por culpa de regímenes dictatoriales. Habría que decirle a Feijóo, que Cataluña no equivale a Croacia ni a Bosnia-Herzegovina. Hacer una comparación de la inestabilidad catalana con el proceso desintegrador vivido por la RFSY es un disparate significativo, un patinazo intelectual y una burla a los muertos caídos durante este enfrentamiento.

El desconocimiento ante el belicismo que ha caracterizado a los Balcanes parece supino en Alberto Núñez Feijóo. Desde 1912, la confrontación es un gen innato en esta región europea. El término balcanización visualiza etapas armígeras donde los factores religiosos y étnicos pesan más que otros. Estos fueron el detonante ideológico de rencillas enquistadas. Para el gallego es lo mismo comparar el incordio vasco, catalán, andaluz o el proveniente del BNG con los enfrentamientos serbo-croata, serbo-bosnio, bonio-croata o católico-musulmán. La llegada de mercenarios a sus filas los internacionalizó; en España, la quema de contenedores o lo que algunos consideran golpe de estado del 27 de octubre de 2017 en Cataluña no ha sacado los tanques a las calles aunque parte del consciente callado lo esté deseando.

La ubicación geográfica y administrativa de los Balcanes también comprende Albania, donde los kosovares siguen reclamando una independencia de Serbia, que no está mal vista por los círculos internacionales. ¿Los kosovares son otro reducto independentista que, alejado el espectro totalitario de Enver Hoxha, aspira a un separatismo rebelde? Cuando tuve la oportunidad de comprobar sobre el terreno el pulso de las trincheras y calles en Zagreb, Osijek, Slavonski Brod, Vincovci o Sarajevo, al revelar mi nacionalidad española, la respuesta entre las milicias sublevadas fue contundente: España, Catalonia, Croatia: the same. No se dijo en Gerona ni paseando por La Diagonal. Feijóo debería recordar que el giro del proceso bélico producido en 1999 se debió a un español, Javier Solana, a quien el Partido Popular no puso obstáculo al apoyar el bombardeo contra la población civil de Belgrado. La torpeza de Feijóo subestima a la cabeza asesina del conflicto balcánico, Slobodan Miloševic. El ansia independentista creó nombres propios como abanderados de la libertad. Franjo Tudjman, tras haber luchado junto a los partisanos de su país contra los nazis, no se opuso a la creación de las Fuerzas Croatas de Defensa (HOS) de signo fascista. Tampoco impidió la limpieza étnica de la Krajina, negándose al retorno de los refugiados serbios expulsados. Acabada la II Guerra Mundial, formó parte del Ejército Yugoslavo, donde alcanzó el nivel de general, integrándose en el Ministerio de Defensa. El abandono de la carrera militar en 1961 le condujo a las filas del Partido Comunista de Yugoslavia, pasando a regentar el Instituto de Estudios del Movimiento Obrero de Zagreb hasta que volvió a los senderos militares en su lucha contra Milosevic, refundando la Guardia Nacional Croata. En otro bando, Alija Izetbegovic, líder del nacionalismo bosnio y fundador del Partido de Acción Democrática, se convirtió en el dirigente sabio. Su Declaración Islámica de 1970 plantea la imposibilidad de convivencia entre el islam y las instituciones laicas yugoslavas, postula la república islámica como forma de Estado ideal para una Bosnia independiente.
Feijóo desconoce o no quiere aclarar a cual de las guerras balcánicas se refiere su terminología. Olvidar matices que sus hipérboles deben considerar minúsculos es un error de cálculo argumentador, una manera de tratar al ciudadano de estúpido y manipulable. Para el diplomático francés Charles Maurice de Talleyrand ‹‹Todo lo exagerado es insignificante››.

Me imagino a Junqueras corriendo detrás de los anticatalanistas para meterlos en campos de concentración o hacer de Barcelona un calco de Srebrenica, Jasenovac. El ejército croata también masacró serbios mediante ofensivas como Bljesak (Relámpago), Ljeto '95 (Verano 95) y Oluja (Tormenta). La Operación Tormenta, en la que murieron más de un millar de civiles serbios, fue seguida por una limpieza étnica que causó la huida de unos 200.000. ¿Feijóo teme que la región catalana absorba, y borre, a la nación española? ¿En esto se basa el chiste de España se rompe? La cabeza pensante del PP que teme esta peste negra es la misma que apoya el derecho a defenderse del ejército israelí. Sólo los radicalismos y ultranacionalismos provocan guerras auspiciadas por jefecillos que encienden la mecha con prepotencia e incultura. Amigo Feijóo, documéntese antes de hablar, expanda horizontes que no hayan sido descubiertos por Pío Moa. Si quiere emponzoñar el presente de la política española, ¡hágalo con un poco de rigor y elegancia! Feijóo lanzó eructos verbales con su opinión resacosa.

Se habla de balcanización con ligereza desmedida, en hemiciclos y en la calle, concediendo autoridad moral a la palabra fácil. Resumiendo, y que Feijóo nos lo aclare: para él dirigente del PP, ¿Puigdemont sería Arkan?; Oriol Junqueras, Radovan Karadžic y Laura Borrás, Ratko Mladic plantando cara a un ejército blando comandado por Pedro Sánchez. Merece la pena recordar que el alto representante nombrado por la ONU para poner fin a los conflictos de Yugoslavia, Carlos Wenstendorp, nombró a Pedro Sánchez su ayudante en 1995. ¿Sería casualidad que un joven Sánchez pasaba por ahí?
Según Alberto Núñez Feijóo, ¿los acuerdos para alcanzar un pacto por parte del son un calco de las barbaridades cometidas en Bosnia y resto de los Balcanes? Quizás entienda que las negociaciones de Sánchez para formar gobierno son la misma carnicería que las cometidas en suelo exyugoslavo por parte chetnik y ustacha. Sería provechoso que el señor Feijóo asistiera a alguna academia nocturna no diseñada ad-hoc para Génova.