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CINE Y ESPECTÁCULOS
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UNA PARODIA TERRORÍFICAMENTE DECEPCIONANTE
Película "La cabaña en el bosque"


J. G.
(Madrid, España)

La cabaña en el bosque
  Ficha Técnica Video
Decir que Howard Phillips Lovecraft o La cosa, de John Carpenter, andan por el cuerpo de este experimento seutoterrorífico es un error que se suicida lentamente. La piel de La cabaña en el bosque es tan fina que se deshace con el roce de la imaginación. Lo interesante de una película atípica radica en la ruptura con las normas del cine pavoroso clásico. Sus tripas se enredan fácilmente mientras atoran la digestión de esta bacanal despiadada. Los cánones de un susto que permanece a costa de sustos estudiados se ignoran. Hay mucho barullo. Las marcas musicales que enfatizan golpes emotivos no alcanzan el clímax suficiente como para estremecer o, en el último caso, atemorizar un poco. Se deja ver como un divertimento extraído de otros largometrajes atemorizadores. La incursión en la dirección de Drew Goddard cuenta con el aval de trabajos anteriores como World War Z, Calle Cloverfield 10 en su faceta de coguionista, la colaboración habitual con J. J. Abrams o coproducir a Ridley Scott en The Martian. Su cine cargante, aquí, asesina por placer. La violencia explícita recalca su presencia.
 
Los personajes siniestros encargados de conducir la vida de los cinco jóvenes inocents ante sus travesuras manipuladoras  
Dana (Kristen Connolly) en el momento más provocativo de la película
Aunque el inicio dibuja el cuento típico de chica cañón, emporrado legañoso y estudiante aplicado que no cesará en desplegar sus encantos físicos, los tiros van por otra dirección. Una ventaja que pone las pilas para encender la bombilla de la atención inicial pero que, lentamente, se apaga en un desarrollo farragoso y oscuro. Sólo la aparición de un sótano y un diario siniestros respeta los patrones de la sospecha. Este surgimiento, lejos de avivar la llama del misterio, acrecienta la deficiencia imaginativa de una naturaleza destructiva que no sabe mantener el tipo. El comienzo promete gracias a personajes convertidos en vigilantes al estilo de Gran Hermano. Los concursantes aparecen en una cabaña perdida donde la madeja se teje a través de cámaras ocultas que observan cómo sus vidas corren peligro. Se convierten en títeres de quienes manejan este parque temático mientras se juega con las emociones de manera exagerada. El ensayo pérfido las manipula a través de estímulos químicos u hordas de muertos vivientes. El terror se vuelve arcaico. El aire gore adentra a las víctimas humanas en el pánico de manera diferente para escoger una supervivencia de plastilina. Las decapitaciones y una crueldad sucia despiertan al fantasma de La matanza de Texas con la fuerza de una atracción jurásica. Los amantes del género espeluznante sentirán agradecimiento su entre referencias a Hellraiser, Viernes 13 o Halloween. El humor aspirante a macabro pretende ser una crítica a los programas televisivos que manipulan las audiencias a través de contenidos morbosos que hacen maquinar un final sangriento. La presencia de Sigourney Weaver es un reclamo estelar malvado en intenciones y gestos. Es un recuerdo a la iconografía cinematográfica salpicada de nostalgia dentro de una estructura endeble que prioriza a los amantes del voyerismo sin erótica.
La llegada a la cabaña abre un mundo lleno de preguntas y sorpresas  
Cuando el terror se ha apoderado del ambiente

La duda por saber cuál es la historia principal queda en el aire: la desarrollada en un estudio clandestino de televisión con fines poco didácticos o la ocurrida dentro de un refugio con hambre de venganza. La cabaña en el bosque no es recomendable para matar el aburrimiento aunque despierte su alma negra con saña magnicida. Sólo el espectro sonoro merece atención al mezclar la intensidad de Tchaikovsky con el rock alternativo de Ok Go, los aires juerguistas de Ladyhawke, electricidad en REO Speedwagon o un Iggy Pop escurridizo. Si la originalidad se reduce a la repetición de situaciones con caras distintas, aquí se borda.

J. G.


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