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VIAJE A LA OSCURIDAD DOPPELGÄNGER
Película "El mundo abandonado"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha |
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El cine de Margarethe von Trotta genera expectación por su forma tan personal de abordar la realidad y, sobre todo, porque trae a la memoria el nombre de “Hannah Arendt”, un título que la ha convertido en figura relevante dentro del Séptimo Arte contemporáneo. Su nueva cita con la pantalla se desmarca del tono filosófico con que la directora alemana jugó en ese drama histórico. “El mundo abandonado” retuerce, a partes iguales, realidad y ficción. Sin cultivar la polémica, descubre una historia atractiva que entierra su interés inicial en una trama mareante de tintes psicológico-documentales. No es agradable para el espectador rápido, amante de la sencillez lineal; tampoco se trata de una película que brille por su transparencia empática. Es un oscuro objeto cargado de crítica histórica que, lentamente, va convirtiéndose en una bestia más dañina de lo que parece. Siempre bajo un techado detectivesco, von Trotta nos introduce en un mundo plagado de reencuentros dolorosos con la búsqueda del doble que induce a la confusión. |
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Este escarbar en lo desconocido despierta una asfixia marcada, ¿a posta?, por la lentitud de un guión que quiere dejar todos los flecos bien cerrados. El deseo de encapsular el argumento impide que el espectador se aproveche de los múltiples razonamientos que permiten un final abierto. “El mundo abandonado” ofrece un producto acabado que la directora se encarga de coser con metodología germana, llena de aritmética dramática. Es el viaje de una mujer que anhela reencontrarse con una parte de su pasado desconocido. La búsqueda de personas desaparecidas, de espectros dolorosos, donde el fenómeno doppelgänger es un elemento de fuerza anémica: aparece como hilo conductor de valor secundario. La frescura de Katj Riemann (Sophie) supera la fuerte interpretación de Bárbara Sukowa, fija colaboradora de von Trotta, caracterizada por una fisonomía transexual sin intención de resaltarla. |
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La juventud de Sophie, risueña, se encuentra con la madurez de Caterina, cansada de una doble vida: diva sobre el escenario, desconocida en el mundo real. Un personaje lleno de incógnitas cuya mirada no admite amigos y la sinceridad aparece como un telón de acero inexpugnable. Este choque entre las dos mujeres conduce a situaciones donde el dramatismo frena su emoción por la lentitud con que trascurre la acción. El verdadero protagonista en la sombra de “El mundo abandonado” es Paul Kromberger (Matthias Habich): alguien que encarga a otra persona (su hija Sophie) el trabajo sucio de encontrar a ese fantasma que alimenta sus pesadillas. Un hombre que se pone la careta de niño inseguro, asustado e incapaz de enfrentarse a sus miedos. A parte del doble femenino que le recuerda su pasado molesto, alguien con quien la rivalidad sigue latente en forma de secreto cierra este círculo fantasmal iniciado por Paul hace tiempo. El ritmo bien construido de “El mundo abandonado” se desinfla despacio a causa de una espiral endiablada que enlentece su trayectoria hasta el abismo del encuentro inesperado. |
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