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CINE Y ESPECTÁCULOS
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SOBRE LA TEORÍA DEL CAOS
Película "Transeúntes"


J. G.
(Madrid, España)

Transeúntes
  Ficha Técnica Video
Las imágenes de “Transeúntes” proponen una ruptura intencionada con la formalidad plástica, encontrando en esa rebeldía su símil en el contenido. La situación española de 1993, posterior a la gran bacanal que fueron los Juegos Olímpicos de Barcelona, arrojaron un mundo de miserias que tiende a permanecer en la memoria colectiva como recuerdo vago de la podredumbre actual. Su coincidencia con la actualidad se solidariza con el presente, despejando cualquier duda sobre la intencionalidad del director. Es un gran caos cósmico: un caos actual y futurista. Lo cotidiano se documenta través de la narración visual, segundo a segundo, con ojos artesanales y críticos. Luis Aller refleja el día a día plagado de escenas cotidianas, donde el impulso anónimo se siente protagonista.
 
La persona, gran protagonista de esta película  
Amor y desesperación
El bombardeo masivo de imágenes conduce a este drama documental por la vertiente del cine constructivo si bien tiende, imagen a imagen, a desmontar la sociedad en fragmentos plagados de belleza tan áspera como real. El plano cercano que abunda en “Transeúntes” huye de la complacencia y en ningún momento busca la aprobación del público. El actor forma parte de un todo situacional que se fusiona con personajes anónimos sin los que la película carece de significado. Su relación con la cámara se basa en el respeto, manteniendo la distancia entre ambos y dejando libertad de movimientos dentro de un mundo engarzado por la opresión visual. Más de siete mil planos componen este collage sociológico en el que imágenes y texto se pisan sin molestarse. El montaje, pieza clave en la articulación de su movimiento, sigue un esquema de trabajo que recuerda a los inicios del cine, cuando la escenas se iban rodando para luego ser editadas. “Transeúntes” es la experimentación en estado puro porque nace libre, se desarrolla salvaje y propone un final que se aleja de la muerte. Huye del discurso clásico a pesar de que el final deja intuir un estructura basada en el organigrama universal de inicio-nudo-desenlace (dejando abierta una puerta a la esperanza).
Marginados  
La pobreza se ceba con más rabia sobre los algunos transeúntes
La ciudad engulle a las personas que se acercan a ella con la esperanza de encontrar respuesta a su futuro laboral. La metrópolis rompe el orden estructural de la película desde que el hombre cae en sus garras. Las calles por donde circulan estos transeúntes, llevados por la tranquilidad y agitación, es un homenaje a “Berlin: Die Sinfonie der Grosstadt", (1927), la obra maestra de Walter Rutman. Ver “Transeúntes” es pasear por Barcelona (o cualquier otro núcleo urbano) a través del ojo de la cámara. El espectador se convierte en fantasma de una ciudad que no descansa sino que vive por delante del tiempo. Hay hambre por destripar lo urbano creando un muestrario de vivencias; el espectador será el encargado de poner orden a este caos: una vorágine ordenada que con sus constantes fogonazos acelera la ansiedad por encontrar salida en unas imágenes que escapan al guión y destapan su identidad documental de manera tan caótica como encadenada. El deslumbramiento de esta sinfonía visual impactante exige una lectura de fondo. Por eso, es necesario conetmplarla desde la distancia que propugna el análisis sin que el atractivo de este caos del fotograma inunde nuestra sensibilidad.
La actualidad, presente en este mundo ajetreado, es parte esencial de la película. La coyuntura histórica del momento (entre septiembre de 1993 y septiembre de 1994) queda definida por los cortes de radio que se van escuchando y que hacen referencia a los conflictos armados de Ruanda y de Bosnia. “Transeúntes” se ha hecho mayor con el tiempo pero no ha envejecido.
Corazones anónimos  
Trasnseúntes, una mirada de esperanza

Este tratamiento visual innovador del fotograma se somete al acoso constante de imágenes breves; produce una locura epiléptica que nos traslada hacia lo más hondo de su vorágine: el salvajismo humano que sólo el paso del tiempo permite analizar con ojos más críticos que nostálgicos.
El bombardeo de estampas vivientes que alimenta esta película se nutre de vivencias escuchadas ante un semáforo o caminando por la ciudad; entonces descubrimos que una gran historia está formada por microhistorias que conforman el día a día inestable e impredecible.
Son anécdotas que aparecen con la misma facilidad que desaparecen, realidades a las que pertenecemos como actores o espectadores. “Transeúntes” es una película atípica que se enfrenta al caos actual sin aditivos.

J. G.


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