La gallina Turuleca es un personaje nacido de una canción. La mascota de una infancia adulta llega a la pantalla grande sin una pluma de la caricatura que inmediatamente identificamos con los
payasos de la tele. Su recuerdo se disfraza de imagen dispuesta a alcanzar la sensiblería del público poco exigente. La imagen actual descubre a un animal con dotes humanas.
La gallina Turuleca está avalada por una animación excelente que distorsiona la representación picasiana de la representación que muchas generaciones guardan anclado en su memoria infantil.
El gallinero es un entorno competitivo donde la más ponedora brilla sobre el resto. Es una metáfora de la sociedad humana que no omite estereotipos como el
bulling o la explotación animal en forma de efectismo con intención progre. Turuleca es consciente de la burla que su infertilidad provoca. Su mundo es singular por la diferencia del grupo, la personificación de atributos humanos metidos en un cuerpo bípedo. El circo es la carpa dramática que el bicho debe salvar convertida en la gallina de los huevos de oro mientras se contorsiona a ritmo de
funky trapecista y Los Chunguitos dan la nota con su
Macarena. La mezcla de vida rural y metropolitana se mueve por el terreno de la aventura entre canciones y saltos mortales.