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LA TEORÍA DE LAS TRES C'S
Película "La hora del cambio"


J. G.
(Madrid, España)

La hora del cambio
  Ficha Técnica Video
Las vergüenzas del sistema político italiano, que no cuenta con la exclusividad de las corruptelas, airean el desbarajuste de gobernantes cortados por el mismo patrón. Se revuelcan a gusto en su propia ponzoña hasta que la voz del pueblo desinfecta el hedor de un ayuntamiento convertido en cloaca. La perversión institucional se conoce, se respira y se ha permitido, hasta ahora, en Pietrammare: un municipio imaginario más cercano a la realidad que a la ficción cinematográfica. Parafraseando a Scorpions, los vientos de cambio corren por sus calles con la elección de un alcalde, alejado de la trapacería anterior.
En vez de ser un alegato contra el desorden causado por un regidor podrido, “La hora del cambio” saca los colores -si es que les quedan- a todos los dirigentes que abusan de su puesto, y carga contra esos ciudadanos chaqueteros que dan la bienvenida a un cambio legal en busca del beneficio propio.
 
La patrulla contra la corrupcióon de Pietrammare  
Salvo (Salvatore Ficarra), auténtico 'parenti serpenti' (el cuñado malicioso que aplica el cuñadismo intensamente
Los italianos son únicos riéndose de sí mismos; cualidad que su cine no desaprovecha para criticar la ligereza de una mentalidad acostumbrada a saltarse la ley por norma. ¿Por qué cuando el nuevo edil encauza a Pietrammare, sus vecinos no ven con buenos ojos la obligación de respetar una justicia que han ignorado durante años? Quizás porque ese incumplimiento se ha convertido en ley aplaudida sin necesidad de pasar por las urnas... Son lagartijas a las que les gusta saltar de un lío a otro, uniéndose a la protesta infundada y chismosa contra un nuevo estado del bienestar que no se acomoda a sus intereses. Les pone el cabreo para hacer del refunfuño deporte nacional.
La presencia necesaria de un salvador cuenta con el beneplácito inicial de una ciudadanía que sólo busca un basurero para limpiar la porquería de las calles. Los votantes parecen desconocer el perfil del elegido: una figura cumplidora con su programa electoral, precursora del cambio ante la actitud relajada de personajes que, entre chanchullos caseros, apadrinan el “tu me votas, yo no te molesto”. Al pobre le gusta que le roben mientras le dejen tranquilo, alimentando una pescadilla que se muerde la cola. ¿Acaso no somos todos corruptos dentro de nuestras posibilidades?
Vincenzo Amato es Pierpaolo Natoli, el honesto profesor de instituto que se mete en política  
Gaetano Patanè (Tony Sperandeo), el alcalde corrupto de Pietrammare, un pueblo imaginario. 'La hora del cambio'
El cambio logrado desagrada al civismo vagoneta en el cumplimiento de sus responsabilidades, cuando las transformaciones se convierten en malestar general porque alteran la costumbre que permite pequeñas corrupciones hasta ahora permitidas. Gracias a una filosofía de andar por casa, explicada para todos los públicos, queda definida la manera de hacer política entre dos ejemplares antagónicos: Pierpaolo Natoli, rara avis honrada, y Gaetano Patané, un adicto al poder cuyo carisma mediático goza en baños de corrupción. Las reformas se enfrentan al hastío que produce el modelo Berlusconi, con la rapiña llevada hasta la desfachatez mayúscula, a pesar de que su tolerancia se haya convertido en rutina. Los habitantes de Pietrammare se han acostumbrado a los políticos que prometen lo que jamás cumplen y eso va a jugar en contra Natoli. Las responsabilidades siempre crean fisuras en la convivencia; recibe zancadillas en vez de apoyos. El electorado comienza a mirar mal al elegido y la oposición se apoya en esta incomodidad para volver a afilar su hacha de guerra demagógica.
La corrupción es el motor de 'La hora del cambio'  
La Iglesia está presente con el Padre Raffaele (Leo Gullotta)

La sátira se convierte en crítica que no busca la dureza trágica; tan sólo expone el caos comunitario incapaz de convivir con la justicia más evidente. Además de la manipulación política y vecinal, la Iglesia ejerce el papel de conciliadora viperina que sabe cómo dirigir a sus feligreses. Sagrada maniobra que termina en forma de hostia pagana.
“La hora el cambio” funciona con la soltura de la comedia italiana más irónica en busca de la denuncia social caricaturizada. Hace pasar un buen rato, certera en su mensaje sin intención aleccionadora; es campechana y divertida, fiel a una realidad vergonzosa que resulta familiar: el político justo termina siendo decapitado por los electores cuando no transige a sus vicios normalizados.
Ficarra y Picone, conscientes de que la sombra de Visconti es alargada, consiguen la efectividad de una película basada en la teoría de las tres c's: corrupción, compromiso y comedia.

J. G.


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