Nick Hemming no es un desconocido en la escena folk británica ni en el mundo de las canciones con factura delicada. Antes de ponerse al frente de The Leisure Society, título que refleja el sentido preciosista de su música, merodeó por la escena indie y el mundo cinematográfico. Cultivó su vena alternativa fundando, allá por los noventa, She Talks to Angel: un proyecto de corte vanguardista, entroncado con el mundo del celuloide puesto que en sus filas militaban el actor Patrick “Paddy” Considine (“In America”, “The Bourne Ultimatum” o “Hot Fuzz”) y el director Shane Meadows (“Twenty Four Seven”). Esta suave pincelada a cerca de la etapa pre-The Leisure Society se hace imperativa para degustar mejor el carácter fílmico de su música, en especial si se tiene el placer de asistir a una actuación en directo.
El septeto inglés no cuenta con carencias ni excesos para presumir de conjunto musical con proyección y talento. Su música es la banda sonora de un documental sobre Naturaleza y sueños.
La sala Moby Dick fue el lugar acertado para este concierto. Su decoración la convierte en una bulliciosa taberna marinera, The Leisure Society estuvo inmerso en la nostalgia del calor porteño. Sus canciones despidieron aroma a cantina folk, entrañables.
La esbeltez de Hemming se mantuvo arropada por una mandolina de la que no se separa ni en sueños; como si de un tercer brazo se tratara. Demostró que es un multiinstruentista de la cuerda (banjo, guitarra, mandolina), de hondo calado y textura sonriente. Su música no admite reproches. El aire folk se mezcla con el aroma a Escocia y una suave canción de cuna, desde “A Fighting Chance” hasta “The Last of the Melting Snow”. Siguiendo con la misma tonalidad, “We Were Wasted” fue otra perla acústica sobre el Tiempo, visto desde fuera.
Los clásicos del electropop británico tuvieron su espacio, con guiños hacia Gary Numan, en la versión personal de “Cars” junto al violín de Mike Siddell envolviendo a la canción en plácida melodía.
Las canciones de "The Sleeper", la última creación presentada por The Leisure Society, hacen entrever un disco interesante lleno de sonoridad y ritmo en un despliegue de baladas folk, sencillas y exquisitas. Sus once temas fueron saliendo en forma de poemas sonoros: cadenciosos, tranquilos; de ritmo comercial en “Save It for Someone Who Cares” y algo vaquero con “A Short Weekend Begins With Longing”.
Tras sesenta minutos de exactitud británica, el concierto en ningún momento se hizo corto y los estómagos musicales quedaron satisfechos.
Fue una dosis correcta de gran folk con sabor artesanal.
Esta primera visita a España no será la última, ojalá que The Leisure Society deje de ser una banda sólo conocida para minorías selectas; ya es momento de que sus composiciones se paladee a nivel masivo.
