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CONTRA EL SOFOCO: REGGAE
(Jah Nattoh. Presentación de "En Buenas Manos".
Festival "PlanetaMadrid 09" , Madrid. 16 de mayo de 2009)

J. G.
(Madrid, España)

Jah Nattoh

En plenas fiestas de San Isidro, bajo un sol que no perdona, el Paseo de La Chopera se convirtió en poesía. Vinieron a la mente los versos que Lorca dedicó al torero Ignacio Sánchez Mejías en su elegía.

...

Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.

Igual que sortear un toro a las cinco de la tarde, el reggae de Jah Nattoh tuvo que batirse en duelo con la arena. El espectáculo iba a comenzar y el público, de presencia ausente, presentó una imagen surrealista y dolorosa: menos poética que la tragedia narrada por los versos lorquianos.

Aburrido y sin compañía, el suelo de Madrid escuchó sus versos rastas. Su figura se alzó con el porte de un misionero en tierra de nadie a las cinco de la tarde. La fuerza de esas primeras palabras se vio empequeñecida por la soledad del luchador, del que ha empezado desde abajo y sabe lo que es codearse con la decepción; de quien canta no para masas, sino para que su música se escuche y enganche. El escenario no le acompañó, improvisado en un erial destinado a la iniciativa cultural isidril. Tapar huecos, eso fue PlanetaMadrid.

Sólo por mantener el tipo como lo hicieron, Jah Nattoh, y su banda, se han ganado el respeto de los que amamos la música sencilla y a sus creadores, no al starlet discográfico. Su aire caribeño sonó a Reggae refrescante con mezcla de latidos instrumentales, casi siempre arropados por el espíritu de la bandera jamaicana.

El escenario fue Jamaica, enclavado en una playa sin agua; un arenal lleno de polvo, recuerdo del Madrid preindustrial y del Madrid actual, sobeteado por los políticos. Un Gulag de desarrollo sostenible que ni la música consiguió embellecer.

Lástima que el pueblo madrileño prefiriera sestear durante el sol de las cinco y lástima de gobernantes gatosdespilfarrando nuestros cuartos en un pan y circo cutres. Llamarles pueblerinos sería como ascenderles de categoría en esto de la Cultura. El rasta badalonés tuvo que abrir boca en un terreno lleno de obstáculos, cuesta arriba, vacío de aplausos al empezar y arropado por un sol cuya luminosidad cegaba las ganas de verlo. Ahí es donde se demuestra la talla de un artista, cuando tiene que cantar al vacío; por obligación mercantil, no como vehículo de inspiración. Yo no soy chulapo ni manolo, ni amante de fiestas patronales, pero en este San Isidro me quité la gorra mientras sacaba pecho por Jah, agarrándome a mi chaleco.

Olé por cantar ante fantasmas que, durante el trancurso del concierto, se fueron materializando en buen rollo. Tener como espectador a tu propio eco y al polvo es algo deprimente. Este fue el recibimiento a Jah Nattoh en su primera entrada a Madrid, en un escenario gigante de foso minúsculamente poblado.
Jah posee una mirada diminuta, sonrisa sin carcajada, parco en excentricidades: su presencia resultó agradable. Su paso por este desierto geocultural de PlanetaMadrid sirvió para presentar “En Buenas Manos”, primer laga duración después de tres maquetas autopublicadas: hablamoa de dancehall, hiphop y reggae nacionales. Es un tío pacífico, con rastas a trescuartos, que hace una reggae liviano, y olvídate del repetitivo “paz y amor”, algo que hasta en los grandes ya aburre; Jah fue innovación. Sus letras le pueden confundir con un predicador, si no existe es reggae cristiano, él lo ha creado.

Debajo de esa capa pacífica se escondió una música combativa, que no se corta en llamar corruptos a los políticos -¡cuánta razón tiene!- sin usar un lenguaje soez. Jah dejó muy clarito que para ir contra el Sistema, no es necesario insultar. No dio tregua a los gobiernos, al ejército... a los de siempre. A veces parecía un rapper Afrobeat, un Obama blanco vestido con rastas, el eco de Luther King actualizado o un Haile Selassie populista, buscando la identificación de su múscia con el rastafarismo negro.

El flirteo con el Hip Hop dio pasa al coqueteo con la guitarra española, creando una fusión entre Andalucía y el Reggae: ingenioso e interesante, lo que hizo ver un talento. Escuchamos loops, letras con evocaciones a la mujer, a veces canciones más evangélicas que otra cosa. La actuación de Jah dejó de lado al cliché jamaicano de fumatas y ambiente de porro para centrarse en una música saltarina. Terminamos aprendiendo dub a las cinco de la tarde, con un sol de justicia.

 

J. G.

La revista Photomusik no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores expuestas en esta sección.
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