Olvidar a Supertramp es sinónimo de no tener memoria ni conocimientos musicales; alabar sus canciones por fanatismo fan, el desprestigio de su carrera; reafirmarse en las giras-aniversario, la decapitación absoluta. "70-10 Tour" conmemora sus cuarenta años de vida musical. La armónica y piano de Rick Davies, el saxo de John Helliwell, el bajo de Dougie Thomson y la batería de Jesse Siebenberg (hijo de Bob, ex miembro) se lanzan a la carretera para desempolvar recuerdos. Mutilados por la marcha de Roger Hodgson, ofrecieron un espectáculo de músicos ambulantes, condenados a callejear de bolo en bolo con sus grandes éxitos revival.
Supertramp visitaron Madrid en plena decadencia creativa, esperados por un subconsciente de energía colectiva minoritario y, por qué no decirlo, elitista: su música tiene buqué, cuerpo y sabor. Son un ejemplo de cómo vender discos sin ahogarse en el famoseo estelar que les ha brindado este negocio. Su actuación ante el público madrileño se ensució con el chiste futbolero-taurino que vende Spain is different. Nerón lo llamaba pan y circo.
Rick Davies llevó las riendas de una pesada carga desde la inicial “You Started Laughing”, envolviéndose en un azul intimista que salpicó con toques jazzísticos de tecla afinada. El cover a piano de “From Now On” nos condujo al sonido Supertramp más reconcentrado y clásico.
“Poor Boy” buscó la sorpresa incluyendo acordes tecno, jugando a despistar el flirteo entre piano y clarinete. Esta armonía se rompió esta con “Rudy”, acelerando el corazón sobre un fondo de estética ferroviaria en recuerdo a “La bestia humana”, de Jean Renoir. Fascinación por la mecánica, el movimiento y la velocidad; la existencia de un inicio y un fin embarcados en el tiempo; el corazón de su gira: de dónde partimos y hasta dónde hemos llegado.
Desconocíamos las dotes teatrales de Dougie Thomson. El bajista, olvidando la actual época de recesión mundial, caracterizó, a ritmo de “Ain't Nobody But Me”, la carátula de “Crisis, What Crisis?” como atractivo de figuración turística.
La armónica tuvo su momento de gloria con “Take a Long Way Home”, el quinto tema dedicado a “Breakfast in America”.
La mega-banda ya no es tal, hay concordancia sonora pero no complicidad entre sus músicos. Las canciones, de sobra conocidas, mantuvieron la técnica; faltó una chispa de ingenuidad humana para cautivar al oyente crítico. La silueta de Roger Hodgson deambuló por todo el concierto: “Give a Little Bit ”, “Dreamer”, “It's rainnig again”... justificaron su presencia. El falsete de Davies en "Goodbye Stranger" cerró, en clave de humor, un espectáculo de sonido jurásico.
El concierto fue un resumen de cuatro álbumes antológicos (“Crime of the Century”, “Crisis, What Crisis”?, “Even in the Quietest MomentsMoments” y “Breakfast in America”): la reproducción del recopilatorio “Retrospectacle - The Supertramp Anthology”, que recoje la esencia de una trayectoria a caballo entre los Beatles y el rock progresivo.
Su estilo remember: un síntoma de envejecimiento.