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.........CANÍBAL MOVIDA GALLEGA
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La primera mitad de los ochenta albergó años cargados de una convulsión generalizada en lo político, lo social y lo cultural. Junto a la movida madrileña, movimiento propagador de una nueva expresión cultural, casi extinta por entonces, la movida viguesa se alzó con la bandera de la reivindicación juvenil a traves de una música con fuertes raíces locales. Los garitos de moda entre la juventud gallega comenzaron a lanzar un nuevo grito de guera: “Madrid se escribe con V de Vigo”. Esta ciudad emergía como nuevo foco de inquietud fresca promoviendo un amor por la música alternativa del momento: el punk rock. Vigo era sinónimo de vida, de valentía rompedora, de verstilidad musical y de nerviosismo social. La reconversión naval golpeó duro entre la clase trabajadora. |
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La música como instrumento de protesta ha servido al espectáculo “Galicia Caníbal” para recordarnos aquellos años en los que esta agitación se fusionó con sonidos nuevos. Se defendía el derecho al trabajo, los oriundos de Vigo amaban una convivencia basada en el potencial de sus gentes y sus recursos económios. El montaje que Quico Cadaval y Evaristo Calvo han adaptado para la dramaturgia huele a hierro y lucha colectiva en un círculo que paría una música como fenómeno de protesta civilizada. |
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La mirada nostálgica nos devuelve a aquellos años frescos, poseedores de una juventud cargada de ilusión. Entre canciones emblemáticas de los años ochenta resalta el amor del gallego hacia su tierra. La música de grupos nacionales irrumpió en el panorama vigués con fuerza hasta generar un movimiento que arrastraba colectivos todavía no enclaustrados en la cultura cibernética. ¿Ha cambiado el entorno del punk ochentero con respecto al pop chicloso de la actualidad? La respuesta es sí. Este espectáculo musical nos muestra que todavía existen, aunque sea en la ficción, mentes capaces de introducirnos en un mundo que lucha por los derechos sociales. |
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La idea viene avalada por Antón Reixa, líder de Os Resentidos, grupo estandarte de la identidad gallega y propulsor de esta movida localista. En la actualidad, el músico y presidente de la SGAE desde abril de 2012, nos acerca un musical en el que refleja toda la fuerza de una ciudad que duerme pero no descansa gracias a su juventud. Os Resentidos han logrado un espacio la música nacional, abriendo las puertas de Galicia al producir un movimiento alternativo a la Movida Madrileña.
El recuerdo vive anclado en los ochenta con “Galicia Caníbal” y la realidad escénica nos sitúa en el actual 2012. Su presentación es sencilla, basada en proyecciones que, a modo de escenario, cambian el ambiente en un despliegue ingenioso y economizador de medios. Los sueños se mezclan con problemas que atañen a la realidad sangrante, como el paro. Las canciones, una tras otra, nos trasmiten un legado generacional con denominación de origen. |
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El humor es clave para un desarrollo frenético desde que se escucha “Ferrol”, de Los Limones. El libreto creado por Antela Cid y Fran Peleteiro no ha reparado en grupos, recurriendo a Siniestro Total, Aerolíneas Federales, Los Cafres, Semen Up, Golpes Bajos, Los Limones o Bar, cuyo recuerdo está presente con una sola canción: “Enferma”. |
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Música y humor negro dan comienzo a este recital de canciones con historia. El suicidio como arma inicial nos abre camino hacia un final que homenajea al pasado. Ana se encuentra a caballo entre la soledad, la tristeza y lo cómico. Vaya paradoja: deseosa de la muerte, el destino le obligará a representar una vida muerta. Su tía Marga es la voz de un recuerdo añorado; era la diva del punk, del descaro y de las tetas bien puestas. Un acuerdo paranorrmal entre las dos almas resucita su espíritu, y el de la movida viguesa, entre carnes apretadas y cuerpos que no dejan de bailar. La revolución está servida en un intercambio espiritual y espiritista. |
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En la época de Marga, la sala Kremlin fue el corazón de la movida viguesa. Ahora, despierta en un mundo que ha enterrrado al mítico local como un acorazado de la historia musical convertido en tienda para bicis. |
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Entre Pistol Marga (bajo el cuerpo de Ana) y el hermano de esta última se encuentra la barrera de un muchacho debatiéndose entre la duda generada por su inestabilidad treintañera y la ruptura amorosa, producto de una chiquillada juvenil. Vivir bajo el paraguas familiar no le resulta agradable. Quince años luchando para sacar adelante a su banda, Los Cafres (formada en la realidad por Antón “Torroncho”, Bruno Mosquera, Fran Rodríguez, Pedro Lamas y Tarci Ávila), es mucho tiempo y lo acusa. El gusanillo del amor que no se ha apagado, otra vez despierta. La música va conduciendo el argumento, con la tensión creada en los astilleros vigueses. Canciones como “Economía sumerxida” y ”Sector naval” (Os Resentidos) toman el pulso a la la tensión que se vive. |
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El clásico de Siniestro Total “Bailaré sobre tu tumba” se escucha junto a “Quiero Rock'N Roll”, una particular versión de Aerolíneas Federales sobre “I Love Rock'N Roll” (Joan Jett). Ambientes de cuero, sonidos emergentes entre tecno discotequero: optimismo creativo, si bien el mundo de Marga-Ana saboreaba punk negro. |
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Los mayores viven en un círculo a caballo entre el recuerdo a sus locuras de juventud, lamentaciones de un presente que los ha convertido, a algunos, en víctimas del despido laboral y el amor que ha dejado de suspirar con el tiempo. Fueron testigos de la Movida y recurren a la imagen de aquellos años locos para recuperar un gamberrismo que aún no ha muerto en su interior.
2012 es una época desconocedora del vinilo sin intención de resucitar al Kremlin (aunque no le faltan ganas). La de Marga fue una etapa en la que las canciones corrían a 33 y 45 rpm: no significaban logaritmos digitales.
Marga es una heroína espectral en espera de su culminación artística. El de Marga es un concierto improvisado que respone a su sentido egoísta de la vida. Tiene tanta mala leche que es capaz de abandonar a quien más ha confiado en ella durante el instante que más la necesita... ¿Una prueba de fuego?, acaso; ha sido un alma intrusa dentro de un cuerpo ocupado.
Aunque sólo sea por unas horas, el punk ochentera rompió el maleficio de German Coppini cuando cantaba “Malos tiempos para la lírica”. |
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