La figura de Butch Cassidy alimenta una leyenda de magnitud incontrolada. La mano directora de Matero Gil hace de su historia un western denso en cuanto a la evolución y original porque se aleja de las novelas quijotescas o los duelos a muerte en Corral Rodeo. “Blackthorn, sin destino” es todo menos una historia que se hunde en el saco roto de las versiones repetitivas.
El amante del western no perdonaría un olvido hacia el Butch Cassidy que Paul Newman inmortalizó en “Dos hombres y un destino” como referente de posteriores películas sobre su imagen. Junto con Robert Redford dando vida a Sundance Kid han formado la pareja de forajidos más de histórica del western.
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Lenta en cuanto su evolución, la película que dirige Mateo Gil juega con el tiempo como elemento consustancial de su trama. Cuenta con el aliciente de bucear en la leyenda de Butch Cassidy. La fotografía áspera de colores claros, con intención sobrexpuesta en ocasiones, despide aromas amigables. J. A. Ruíz Anchía la ha recuadrado con armonía dentro de un entorno despoblado, excepto en la exuberancia selvática boliviana. El Salar de Uyuni contribuye a enriquecer esta variedad paisajista. Se prolonga hacia el horizonte como retrato de la soledad de Cassidy, un hombre que ha hecho de la huida una constante vital.
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Mateo Gil es un habitual en los guiones de Alejandro Amenábar. En su octava cinta como director ha apostado por el riesgo saliéndose de las pautas que marca una historia tan definida como la de Butch Cassidy; aborda una faceta desconocida de su figura pistolera: el escapismo hacia la tranquilidad que poporciona el anonimato. “Blackthorn, sin destino” es un cruce de lenguajes entre la búsqueda y la escapada, el acento español de Sam Shepard y el anglófono de Eduardo Noriega.
Los diálogos se rodean de miradas y presencias habladoras, enriqueciendo escenas poseedoras de intimismo y una música de pauta medida. Se crea una atmósfera de vacío limpio roto por el eco de los disparos en la serranía de Potosí.
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No está clara la muerte de Cassidy. La leyenda le persigue como un fantasma del que el forajido está cansado, para adentrarse en terrenos más vírgenes y despoblados de sombras humanas. Abandonar su pasado… ¿el sueño del hombre que quería ser caballo?
En ”Blackthorn, sin destino”, Cassidy es parco en palabras: olvidar su historia para comenzar. Un amante silencioso de la reencarnación. Una crónica de encuentros y soledad, de vagar; de tierras, de dinero, de lealtad y traiciones. |
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El amor y la muerte se abordan de manera nostálgica.
Mateo Gil se atreve a explorar los confines de Cassidy más allá del biopic para ofrecer una versión innovadora de su leyenda. La versión del director canario es la historia de un rostro perseguido por la justicia que desea abandonar su escondite. La leyenda del pistolero vuelve a despertar. |
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