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CONTRA EL ESNOBISMO DEL CAMBIO VITAL
Obra de teatro Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)
(Teatro Español, Madrid)
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La palabra rutina es denostada por el incomprensión de su significado. Sirve para ser felices con lo que tenemos, para soñar con el mantenimiento de una vida agradable, disfrutar con su ligereza y sentirnos útiles. ¿Es rutinario atender una ferretería, ser agradable con los clientes, saber que no quedan clavos en el almacén? ¡Qué tanga un buen día! ¿Qué le pongo, caballero? Esteban y Marigel saben que la amabilidad se incluye en el precio del producto y nadie lo considera un timo.
Cuando la puerta se ha cerrado, de noche, el marido se esmera en cuadrar las cuentas de manera reiterativa entre las interrupciones constantes de su esposa. Es un Tío Gilito español sin intenciones usureras. Su mujer le mira con ojos de compradora ignorada. Ella quiere ir al teatro que visita el pueblo; él, amante de las babuchas hogareñas y la siesta frente al televisor, sólo piensa en recogerse para volver a abrir la tienda. ¿Por qué aspirar a más de lo que se tiene cuando se vive bien así? |
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A partir de ahora, Esteban, también, es un Don Quijote hechizado por la magia de la tarima que hace de sus andanzas una carrera perdida en la que los sueños se enfrentan a la realidad de Marigel. La vida, más luminosa, alcanza ese grado de sinceridad molesta que canta los defectos del prójimo sin que el silencio sea, por más tiempo, cómplice de la mentira. No está borracho de locura, sólo dice las cosas como las siente y como no queremos oírlas. El espíritu de la música ayuda a coreografiar una expresividad oculta hasta ahora. Es la cumbre de lo burlesco mientras admite la existencia como una mentira que merece ser disfrutada. Marigel, con los pies en la tierra, es confusión y caricatura que no quieren participar en la metamorfosis de su marido. Este cambio -la- incomoda, sin llegar al odio, y -le- ciega. El hombre nuevo no atrae a la esposa que mantiene sus hábitos de convivencia. Lo cómico esta presente con acidez burbujeante. El acento maño, subrayado al principio, se diluye con austeridad mientras el vestuario retrata el carácter de unos personajes cercanos. |
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El teatro toca al corazón bajo la premisa de que todo es una representación que cada uno juega como le apetece. Es un veneno abductor que tonifica al reírse del deseo; se burla de las frustraciones, las maquilla de falsedad sarcástica. El tiempo está marcado por intensidades diferentes dentro de un matrimonio atípico y de lo más normal. Se crea un universo sincero donde la verdad no equivale a certidumbre y todo es auténtico. |
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La incoherencia se adueña de una realidad que aleja a las personas. La obra que ha escrito y dirigido José Troncoso es un viaje hacia los deseos no cumplidos, una obra para soñar y tocar el límite que separa la realidad del cuento: lo que tenemos de lo que imaginamos; el vuelo hacia un mundo virtual. Es una reflexión sobre la convivencia, sobre la necesidad de satisfacer a los demás o la entrega a una felicidad falsa que tiene más de autocomplacencia que de amor compartido. Su realismo no cae en el tópico materialista del trabajo alienante. Permite ilusionarse en niveles diferentes gracias a un espacio musical y jugoso a través de la sonrisa que no empuja a la carcajada obligatoria. Está prohibido permanecer impasible. La muerte, el miedo, el vacío, la soledad y el acompañamiento están presentes sin perder el horizonte cómico. |
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El Teatro Español abre sus puertas ante una temporada envuelta en el desafío y la incógnita ocasionados por la COVID-19. Se lanza a la conquista del público con una obra divertida. El teatro del absurdo, con sus diálogos repetitivos, hace del escenario una carpa circense que abre las puertas al pensamiento. Con lo Bien que Estábamos (Ferretería Esteban) es un canto final a la aspiración sin necesidades mayores; a un continuismo que, lejos de querer ser aburrido, no persigue una innovación constante porque, a veces, no sabemos disfrutar con lo que tenemos cerca. |
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