El hombre empieza a morir desde el primer llanto que da, recién nacido. Nacemos y
morimos al mismo tiempo. La vida es un tránsito en el que la eterna juventud coquetea con la muerte, imprevisible pero segura. Vivir es un derecho que no hemos pedido. La muerte biológica forma parte de dicho privilegio. Pero no queremos reconocerlo. Nos asusta entender que formamos parte de ella. Vida y muerte se encuentran unidas por el cordón umbilical del tiempo. Nacer, envejecer, morir.
Nadie desea morir, todo el mundo lo admite. Pocos reconocemos que nos gustaría vivir eternamente aunque lo pensemos a escondidas. El elixir de la eterna juventud es una utopía por la que nos apetece sentirnos seducidos. La vida, su explotación, se ha convertido en la mayor de las industrias. Y de las más rentables. Nuestra vida es metálica, llena de aminoácidos, estresante, devoradora y frívola. Siempre quejándonos de las guerras, las hipotecas, la corrupción. A veces nos quejamos por aburrimiento, por deporte nacional pero no queremos salir de esta espiral llamada círculo vital.
Envejecemos queriendo rejuvenecer. Cremas revitalizantes, baños de ozono, terapias ininteligibles e intangibles. Todo forma parte de nuestra batalla contra el paso de los años. Día a día aprendemos a limpiar la cara a nuestra muerte con peeling y entrenador incluidos.
En 1979, Adolfo Domínguez y su la moda se adueñaron del inconsciente colectivo con el eslogán “La arruga es bella”. Era un sinónimo de libertad, falta de rigidez. Aquello fue temporal hasta que los mismos que idearon esa frase, llegaron a considerarla obsoleta. La arruga es vejez, desgaste. La vejez está mal vista, hay que ser joven y tener un cuerpo diez en todo momento. Hay que estar preparado para ganarle la carrera al tiempo. Si no eres joven, o aparentas serlo,disminuye tu valor social. No eres mano de obra interesante, ni tienes glamour para nadar en sociedad. Te falta colorete. Es otra forma de limpieza étnica, otra teoría de la eliminación racial. ¿No es un crimen contra la Humanidad obligarme a aparentar lo que no soy o condenarme al destierro social? To be or not to be.
El mundo rico gasta gran parte de sus energías y dinero en dietas milagro, cremas antioxidantes, pócimas reafirmantes, regeneradoras, sustancias anti-aliasing, liftings, polisacáridos tipo ácido hialurónico, peelings (lights, médicos o profundos), resurfacings, botox, siliconas, mastoplastias, liposucciones. Es una tiranía semántica convertida en panacea contra la muerte.
Todos vemos como algo despreciable y horrible el que se comercie con órganos humanos. Falta mucho para que la eutanasia sea admitida como una forma ética de abrazar la muerte. ¡Es ir contra la naturaleza humana y el Designio Divino!. Rejuvenecer la vida artificialmente a través de chutes u operaciones cosméticas es poder social. Altius, fortius, citius y sin arrugas.
Se calumnia a la gente que quiere morir dignamente y no se dice nada contra quienes quieren engordar el síndrome de la eterna juventud con rejuvenecimientos de cutis. Es saludable. Alivia los pecados cometidos.
Bulimias, anorexias, depresiones, esquizofrenias, mercadotecnia, merchandising del cuerpo.
Sólo se es joven una vez, pero cuanto más dure, mejor. La vida se está convirtiendo en una dictadura visual de las formas y de la cosmética. Vivimos para prolongar lo que nos aterra, en vez de disfrutar de lo que amamos, lo que nos emociona. Lo que nos hace estar vivos sin necesidad de química, ni cirugías, ni autoestimas hialurónicas. Es una jaula de oro sin valor. Reclamo el derecho a envejecer y a disfrutar de ese proceso. Quiero comprobar como mi cuerpo y mi espíritu maduran y se van adaptando a su desarrollo. Quiero aceptar mis limitaciones físicas y psíquicas. Me niego a que me priven de ese derecho, a que jueguen con él, a que comercien con mi cuerpo.
¿Por qué nos produce tanto miedo morir si a veces nos asusta vivir?
Se debería de juzgar por Crímenes contra la Humanidad a industrias de la belleza que sólo venden humo y han hecho tanto daño en cuerpos y mentes de la gente. Alguien necesitaría un implante de silicona en el hipotálamo. La tiranía del cuerpo diez es acoso y maltrato psicológicos.
Es posible que luchar contra la edad llegue a ser un recuerdo ganado por el elixir de la eterna juventud, de venta en farmacias e internet.
