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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

LA FUERZA DE LA VOZ ANTE LA MASA
Podemos se bautiza socialmente con su Marcha del Cambio
(31-enero-2015)
JGS

La Marcha del Cambio, primera manifestación oficial de Podemos. Pablo Iglesias (izd) y Juan Carlos Monedero (dch)

El bautismo social de Podemos como formación política ha sido un éxito. Igual que cuando se estrella la botella de champán sobre el navío recién botado, la formación de Pablo Iglesias comenzó su andadura social. Una trayectoria que augura fuerte implicación social, aupada hoy entre baños de multitudes y cánticos exitosos. El futuro pinta prometedor. Su invasión de las calles madrileñas se convirtió en una marea popular (otra más para la colección) marcada por el pacifismo popular y el calor de las masas indignadas. Porque esa fue su función: trasladar el malestar generalizado a los espacios abiertos. El momento persiguió la huida de hemiciclos viciados por aires enrarecidos de casta maldita. Es su filosofía, al menos, la estrategia de hoy, 31 de enero de 2015: el día D para Podemos. Gran parte de la mayoría que no se siente representada estaba presente, desde Cibeles hasta Sol. La cola, si es que había un principio y un final, se prolongó hasta la Puerta de Alcalá. El eco de Víctor Manuel y Ana Belén andaba por allí, entre los corazones de la gente.

La Troika fue criticada, abucheada; se ofreció un sí abierto a Siriza; hubo críticas contra Angela Merkel. Este menú de pancartas y voces conformaban el mural del descontento político extendido al terreno social. El proyecto de Pablo Iglesias se alza como la nueva esperanza líder de la sociedad española, capaz de romper con el bipartidismo(4) imperante en la política nacional que nos ha venido gobernando. Se perfiló como una estructura de base, afianzada en el pueblo, con la participación ciudadana como fuerza motriz; su carácter asambleario y la necesidad de frenar los desmanes cometidos por el resto de partidos políticos (comenzando por el PP y PSOE), sumidos en la corrupción. Hay voces que, gracias al derecho democrático de la opinión, critican su modelo de gestión, lo cercenan, le acusan de chavista. Son voces que otorgan gran importancia al papel unipersonal de un nombre (Pablo Iglesias) ante la formación política. Eso hoy no existió, más bien apoyo contundente. ¿Dónde está el partido político que no cierra filas frente al nombre de su líder?

La manifestación de hoy fue un acto pragmático de marketing, estudiado hasta el último detalle; se desprendía el aroma de campaña electoral con la aparición de un Iglesias resplandeciente y separado del público por un escenario circense, elevado, nada barato. Las frases se repetían, razonadas y razonables, dentro de unos discursos finales llenos de buenas intenciones, frágiles en su positivismo, más ideológicos que realistas. No resultaron sólidos porque se convirtieron en un canto a la prosa poética de Monedero con una corrección estilística impecable pero vacíos. Sus palabras se anclaron en el terreno del discurso bello poco tecnócrata, ajeno a la casta. El final, cerrado por Pablo Iglesias vistió un corte más revolucionario, de atril frío. Galas de oropel momentáneo. Eufóricos en sus alocuciones, los representantes de Podemos rompieron la gotera sin esgrimir las herramientas para repararla. Sus intervenciones estaban redactadas con papel de calco; exceptuando a Pablo Iglesias, pertenecían más a ideólogos románticos que políticos. Algo que, pasado el primer interlocutor, molestaba a quien espera más. Los allí presentes recordaron ilusionados al 15M.

La ideología revolucionaria y purpúrea impidió ver un horizonte de realidades; enumerar los problemas, no: desalojos, gasto sanitario, recortes, vivienda. Punto. Triunfalismo en 3D. Programa, programa, programa. ¿Se dejarán corromper por el poder cuando lo saboreen? ¿Serán los pactos su segunda arma secreta, después de la atracción popular?, o sólo buscarán la consecución de unos ideales que traspasen las esfera política de pasillo y corrillo. La cara seria, postural, de Monedero, tras su alocución, trasmitía una personalidad gobernada con puño de hierro. Nada popular. Desconfianza. ¿Pose intelectual o estalinista? Pablo Iglesias sabe sintonizar con las masas, dejarse querer. Sus palabras, cuerdas y populares, se apartaron del discurso repetitivo que los demás cacarearon, mostrando el espíritu de Podemos sin aditivos.
La formación morada fue una piña a la que le queda todo por demostrar. Han triunfado en la calle, y en la arena política, ¿qué sucederá?

 


JGS

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