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LAS VOCES DEL SILENCIO

PALABRAS SOLIDARIAS
Histórico

 

MÁS DE LO MISMO: HOLA AUTOBOMBO, NO TE HE VISTO AUTOCRÍTICA
Algunas conclusiones a cerca del Debate sobre el Estado
de la Nación (24-5-febrero-2015)

JGS

Aquí, sus señorías, termina el debate, y todo eso de allí es la nación. Comentario: ¡Que curioso oye!

El optimismo sonríe por los dominios de Mariano Rajoy, ese laboratorio experimental llamado sociedad española. Unos dominios sobre los que la crisis planea como un buitre tenaz. El Debate sobre el Estado de la Nación nos ha devuelto a las profundidades de la maldad humana. Nada ha cambiado dentro de un coliseo donde aquello de y tú más sigue cobrando empuje. El insulto, la desprecio y la carestía de autocrítica han empañado este encontronazo. Pero no pasa nada, “España va bien” y Aznar, disfrazado de Rajoy, manda desde la sombra invisible. Al menos esto fue lo que el presidente español quiso trasmitir a parlamentarios y ciudadanos.
La seguridad de unas palabras basadas en datos macroeconómicos fue la crema y nata del Rajoy tecnócrata que se remite a la EPA o el IBEX 32. Es el gobernante que se acerca al pueblo como con intelectualidad económica, pujante de crecimiento y sobriedad. El insulto, latente en sus argumentos, recuerda un pasado perseguido por la memoria histórica. “Váyase señor González”.

Rajoy ha sabido presentar a una España limpia, sonriente, feliz: un paraíso donde todo es crecimiento. Las vacas flacas salen del túnel de la crisis para enfilar un futuro rebosante de buenas nuevas y una económica sostenible. Rajoy se comportó como un holograma de Cecilia y su estribillo “Mi querida España”. Le gusta jugar a Moonwalker, sentirse Michael Jackson, marcando el paso a su manera. Esa mirada repetitiva, y titiritera, le cambia cuando se dedica a anunciar políticas de autobombo; cuando se aleja de la realidad callejera para convertirse en avatar del destino resplandeciente. Rajoy lo ha sabido demostrar: es el rey de la autocomplacencia, el eslabón que engarza espejismos con éxtasis estadístico. Como buen vendedor de escobas, amante de la innovación, ha cambiado el palo de la fregona por la moto. Da igual lo que venda, pero esa manera tan pugilística de exponer los argumentos, asusta. Los números no justifican el sufrimiento social que ha provocado su ajuste basado en matemáticas insolidarias.

En algo tiene razón Mariano Rajoy. No permitió el rescate directo sino que apostó por el rescate en diferido. De manera más llana, para que todos lo entendamos: rescató a la banca de su errores gestores. El bolsillo de los españoles no es su bolsillo.
La EPA de 2014 le da la razón; se han creado puestos de trabajo. No se puede aumentar el empleo en una hora, como muy bien espetó Rajoy durante el debate; pero las veces que sale este tema a relucir, lanza el mismo argumento. Siempre innovando, siempre creando y nunca consolidando. Rajoy es Rajoy pero no España.
La promesa de crear 3.000.000 de empleos y 1 millón de empresas hasta el final de su legislatura es un brindis lanzado al viento con más sabor amargo de señuelo electoral que de realidad. Porque este debate ha estado marcado por la cercanía de las elecciones locales y autonómicas del 24 de Mayo.
La palabra “creación” suena con fuerza, con impulso Contador; sin dopajes y apoyado en la dedicación de un corazón sobrehumano que ni Indurain poseía. La época de la miseria ha acabado en España y es momento de repartir en vez de concentrar fortunas minoritarias; las diferencias sociales se convertirán en sinergias que alcancen la igualdad. La crisis será una rémora del pasado que se quedará huérfana.

Como un gran caudillo, Rajoy ha anunciado que la pesadilla nacional finalizó. Sus aires de glorioso triunfalismo, basado en la frialdad de su realismo numérico y manual de estilo a lo PP, resonó demagogo y manipulador.
Su optimismo alcanzó el culmen al avanzar el dato de crecimiento que el Gobierno ha mantenido hasta ahora para 2015. El presidente cree, resumiendo, que en este año se pueden crear mas de 500.000 puestos de trabajo, que el crecimiento económico va a pasar del 1,4% al 2,4%. La palabra creo reduce la agresividad inicial de este orador, donde su solidez se muestra como un arma camuflada por la cautela y el engaño. Es el músculo de Rajoy como estadista.
La fuerza de este timonel pivota sobre la victoria basada en sus cifras y porcentajes estadísticos. Las que crean un horizonte de linealidad ascendente y perspectiva matemática; donde la suma beneficiosa eclipsa a la resta encargada de recortar. Todo en aras de la ganancia ciudadana que proporciona su sacrificio.

Su mayor acierto, en palabras del presidente, ha sido no haber solicitado el rescate. Jamás pretendió ocasionar desgarros sociales dentro de una labor sólo comparable con “la cuadratura del círculo, porque no había dinero”. La banca española sí que fue rescatada. Lo que el Gobierno definió en su momento como "crédito con condiciones muy ventajosas" contó con el aval de la inteligencia artificial. Este rescate es el eufemismo llevado a su abstracción más retorcida. La ayuda a la banca fue un donde dije digo, dije diego de ingeniería financiera legal. El Ejecutivo solicitó a la UE la ayuda millonaria en junio de 2012, reventada la burbuja inmobiliaria. La inyección total fue de 22.424 millones de euros: los 4.465 millones convertidos en participaciones preferentes y los 17.959 millones del rescate europeo. El Eurogrupo puso encima de la mesa 100.000 millones para tapar el agujero de la banca. Rescate fue sinónimo de abuso bancario y pesadilla de resacón (no en Las Vegas).

La coletilla de la herencia recibida estuvo más altiva que Babieca, Rajoy fue su Cid; un Quijote sentado sobre una sólida silla de San Fernando que todos los ciudadanos se ven obligados a soportar con impuestos y recortes. Es el cartucho preparado en la recámara, la Memoria Histórica del PP, el martillo que golpea sin piedad (acaso con razón) de intención repetitiva. El atajo del tonto, cargado de verdad. Parecía como si Rajoy no fuera de este país o pintara otro distinto. Que ningunee al resto de políticos, sin problemas económicos, en forma de boudeville encorbatado, resulta chistoso; pero que lo haga con los ciudadanos, raya lo escandaloso. Los presentes en este discurso deberían haberse cuestionado quién ha destrozado más España: PP, PSOE o cualquier otra sigla política que defiende un nombre y su cuota de poder en vez del trabajo para y por el ciudadano. Un pequeño ejercicio de auto censura que poco conocen los señores parlamentarios.

“España va bien”, los fantasmas del pasado resucitan, lo cual demuestra que no se habían ido. Se escondieron en tijeretazos, recortes sociales y aumento en los dividendos bancarios. Para el líder del PSOE, la legislatura de Rajoy se resume en “precariedad, impuestos y Bárcenas”. Como a Unamuno le dolía España, al líder del PSOE le duele la ineficacia del PP y el despilfarro de energía política, algo que el PSOE tampoco ha sabido gestionar bien. 23.000 millones de euros más en impuestos es mucho dinero para los ciudadanos.

Que a Celia Villalobos, vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, la pillen mientras presidía el discurso de Mariano Rajoy jugueteando con su tablet es normal. Una chiquillada propia de ella. No es la primera política (y antigua funcionaria) virtual. Los diputados “populares” de la Asamblea de Madrid Bartolomé González y María Isabel Redondo fueron cazados jugando al Apalabrados durante un pleno, en 2012. En 2002, y en la misma institución, tres diputados del PP fueron sancionados por ver vídeos porno durante una asamblea. Los políticos irresponsables e irrespetuosos muestran su ineptitud en perlas como esta. Son minucias parlamentarias pertenecientes a cabecitas amorfas que no representan a una nación.

El nuevo cheque para familias monoparentales, anunciado por Rajoy, es más pan para hoy y hambre para mañana. Son ayudas con fines electoralistas. ¡Cuánto berrearon los de su bancada con el cheque boom de Zapatero! Cómo se da la vuelta la tortilla aunque sean los mismos quienes sostienen el mango. Es la pescadilla de siempre que se muerde la cola con distintas escamas.

Las formas superaron al fondo del discurso de Rajoy, su agresividad tonal eclipsó la credibilidad de sus palabras. Los políticos son artistas en el arte del insulto y del engaño, camuflado de legalidad parlamentaria. El debate constructivo se tiró, con intencionalidad y alevosía, al fondo de su mar muerto. Para Rajoy, el líder del PSOE fue “patético”. Para los españoles, los dos, “decepcionantes”.

La corrupción pasó de largo en una alocución plateresca: asomó el hocico y se escondió. ¿Alguno de los presentes se salvaba de ella? Los políticos son mercenarios de un ejército terrorífico que juega su anarquismo amparado por sus leyes. En lenguaje castizo, los que nos tienen cogidos por los cataplines. Los líderes de una dictadura democrática, gracias a este debate del estado de la nación, una vez al año renuevan sus votos de transparencia lúcida y criticona. Autocrítica y no crítica a martillazo.

 


JGS

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