Bienvenida la pluralidad, es momento de pactos. Los partidos políticos españoles, pasado el 20D, está destinados a entenderse. Ahora, más que nunca, el desembarco de una política dialogante se ha convertido en necesidad imperiosa para un cambio global dentro de su organigrama político. Los acuerdos regidos por matemáticas universitarias, por ecuaciones que han visto como el incremento del número de factores ha alterado el resultado del producto, han desarrollado una nueva aritmética. La vieja armada política, tocada de muerte, está obligada a conseguir un entendimiento si no quiere morir en las arenas de su Omaha o perecer ante el orgullo de dinosaurio que va a suicidarse a su propio cementerio de elefantes. |
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Cuando las tropas aliadas desembarcaron en las playas de Normandía, Robert Capa fue uno de los primeros en saltar a las tempestuosas aguas del Canal de la Mancha, junto al 116 Regimiento de Infantería estadounidense. Lo borroso de su instantánea al soldado Edward K. Regan es la fotografía de la Historia Contemporánea.
El escenario político español creado, tras otro día D, ha sido posible gracias al desembarco de nuevas fuerzas parlamentarias en una playa revuelta por la confusión popular y el enfrentamiento partidista. Los pronósticos basados en la continuidad han saltado por los aires, percibiéndose nuevas alternativas en nuestra playa democrática. Las arenas se tornan más movedizas que nunca y la necesidad de un cambio, más interesante. El crecimiento de la oferta política ha abierto una brecha significativa ante las defensas del hermético bipartidismo español, saltando por los aires cualquier pronóstico basado en la continuidad.
El empuje de una Democracia abocada al diálogo entre partidos se mueve imparable en una avanzadilla que exige reformas regeneradoras. El atrincheramiento del espectro político conduce al caos de las mentes liliputienses que, hasta ahora, se han sentido gigantes. La avanzadilla de la pluralidad es imparable, sin agresión; hambrienta y arropada por el voto popular. Luego se verá la intención de los líderes en compartir espacio político, de entenderse como amigos o enemigos, de escucharse o encontrarse sobre el enfrentamiento pluripartidista.
Robert Capa atrapó, con su previsualización y sabiduría fotográficas, el drama del momento en una imagen tan borrosa como documental. Ed Regan no es el soldado Sánchez, ni el miliciano Pablo Iglesias, ni el teniente Rajoy; ni mucho menos, el cabo Albert Ribera: todos aspirantes a caudillos del galeón democrático español en unos tiempos fáciles para la lírica y confusos para la prosa que no busca la oratoria demagógica. Los vientos de cambio soplan con fuerza, buscando claridad, en nuestra longeva piel de toro. La conquista no se aventura fácil, España es Omaha en un territorio ocupado por el inmovilismo ancestral. El resplandor dejado por del 20D conlleva cambios menos inquietantes que los experimentados por Jack Nicholson en la película homónima de Stanley Kubrick. Los cadáveres flotantes de Omaha captados por Capa son los viejos partidos que no aceptan entregar el relevo de este cambio político.
El desembarco de Podemos y Ciudadanos (fuerzas emergentes) llama a la esperanza en una tierra que les resulta extraña (Gobierno). El resultado de las recientes elecciones generales españolas ha supuesto el desembarco de contingentes frescos, dispuestos a crear un nuevo escenario alumbrado por la necesidad del consenso. ¿Pensarán con sensatez? Si no hay regeneración entre los dos partidos prehistóricos, PP y PSOE, la muerte de estos fósiles que no quieren regenerarse está asegurada. El suyo será un haraquiri carente de la ceremoniosidad que, con tanta elegancia, abrazó Mishima.
La distinción, aún existente, entre buenos y malos, carece de sentido. Omaha es de todos y el estrecho margen que separa al ganador del perdedor es capaz de volcar la euforia hacia un lado u otro. La inconstancia de cualquier valoración acelerada rivaliza contra resultados matemáticos en una playa de mareas borrachas. El recuento electoral da como ganador al Partido Popular; en cuanto a empuje inicial: Podemos y Ciudadanos se llevan el gato al agua; las declaraciones de UP admitiendo su descalabro hacen gala de honestidad. En conjunto, representan al espejismo del soldado Edward K. Regan en una nueva Omaha, más compleja.
El tormentoso desembarco en Normandía renace como una metáfora meteorológica avisando que después de la tormenta viene la calma.
2015 se despide saludando a un nuevo orden político español. La tormenta de siglas, de combinaciones políticas presentadas, abren frentes de batalla que pronostican una Omaha numérica. Bienvenida la pluralidad, la mixtura, la cabeza dialogante del soldado político que porta la bandera del consenso en una guerra sin más armas que la razón. Merece la pena apostar por una política multiforme que acabe con la hegemonía de las mayorías absolutas. Esperemos que los nuevos soldados, protagonistas de este día D, vengan para alcanzar la paz en vez de agitar el estandarte del desacuerdo en el barco que pertenece a todos.
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