Los tapices que decoran el recibidor de la Residencia Francesa en Madrid presiden, con su estampa, un ambiente cultural tan estoico como ilustrado. Las miradas de sus héroes acompañan a un inquilino reciente: el busto central de Jaume Plensa titulado Lou in Antibes. Este oxígeno didáctico, tan palaciego, invita al remanso didáctico mientras unos libros custodian en silencio su protagonismo modesto. El Premio Choix Goncourt de España está a punto de fallarse. Aunque el ganador tiene nombre y apellidos, la literatura es la verdadera triunfadora de un encuentro regido por la creatividad escrita. Leer más y más es la consigna defensora del amor por la lectura. El segundo año consecutivo en Madrid de estos galardones ha contado con cuatro aproximaciones al arte de la novela: Thomas B. Reverdy, por L’hiver du mécontentement, David Diop con Frères d’âme, Nicolas Mathieu y Leurs enfants après eux, novela que ha recibido en Francia el Premio Goncourt 2018, y Paul Greveillac por su libro Maîtres et esclaves. Los candidatos espolean la crónica de la historia, la ficción y no ficción, mirando de cerca a la realidad. La temática abraza lo contemporáneo con el desencanto político hacia la sombra de Margaret Thatcher, equiparable al malestar generado por Theresa May; el problemas de la adolescencia frente a un futuro incierto convertido en actualidad; el embrutecimiento de una Revolución Cultural china.

La novela de David Diop, vencedora de esta edición, relata lo contado por un soldado senegalés durante la Primera Guerra Mundial: los lectores juzgarán su originalidad y belleza. Este profesor titular en Literatura Francesa del siglo XVIII en la Universidad de Pau y Pays de l'Adour lanza un guiño al centenario reciente que conmemoró el final de ese cataclismo moral y humano. Frères d’âme no cierra los ojos ante el salvajismo de la contienda que inauguró el belicismo moderno, vivido por un soldado traído de la colonia francesa. El autor habla de la amistad y la barbarie en la batalla. La información del texto está invisible por la fuerza de su singularidad, debida a la tradición clásica del francés y el rumor tribal de la lengua senegalesa.

Los escritores Antonio Muñoz Molina y Tahar Ben Jelloun, en calidad de Presidentes del jurado, defendieron el valor del libro como herramienta comunicativa, la necesidad de impulsar la lectura como interés colectivo en una sociedad culturalmente armada. Para Muñoz Molina: ‹‹Lo más importante en la literatura es la voz››; según Ben Jelloun, autor y miembro de la Academia Goncourt: ‹‹Insistimos en esto porque estamos amenazados por la desaparición de la literatura››. Sus palabras fueron el ropaje idóneo para vestir una mañana poco soleada.

El libro, patrimonio universal, hoy sonríe un poco más orgulloso. El apetito lector abre horizontes a la imaginación y el ansia por crecer leyendo. La literatura se siente viva en este encuentro movido por el amor hacia la letra impresa.