Quien diga que el fútbol no se mueve por el fanatismo, se equivoca. El corazón traiciona al sentido común con la dictadura de una pasión exacerbada y hostil. En el peor de los escenarios, la bilis que la derrota altera se irrita de manera sociopática. El Real Madrid ha sido defenestrado por el Ajax. El hincha merengue llora ante un encuentro que era mero trámite. No se puede cantar victoria hasta que el árbitro pita el final de los noventa minutos.
El fútbol es un deporte competitivo movido por la rivalidad que capitaliza su esencia. La pugna se convierte en guerra. Cuando el pensamiento único se centra en arrasar sin estrategia estás cavando tu propia tumba.

El marcador cosechado por el Real Madrid el 13 de febrero pasado en el Amsterdam ArenA creó una coraza triunfalista peligrosa ocultada tras una ceguera falsa y dañina. La vuelta ha sido una decapitación inesperada que ha marcado historia, cuatro torpedos que han hecho saltar por los aires al buque insignia del Santiago Bernabeu en pedazos. ¿El resultado negativo será una manifestación de impotencia? Las voces alborotadoras se han apresurado a pitarlo en busca de sangre con nombres y apellidos. Nos creernos maestros del balompié cuando somos aficionados. Flagelarse en este barrizal sin analizar su densidad es infantil y contraproducente.
Puede que el Real Madrid se sintiera superado por un Ajax resiliente, y pocos se atreven a admitirlo, o puede que vaya en picado durante una semana trágica por los marcadores cosechados. Preocupa que la ilusión no haya corrido por las venas del equipo perdedor; también inquieta la losa de una continuidad nefasta, más pesada que la del Valle de los Caídos. Hay que asumir este descalabro con todas las consecuencias. En las batallas perdidas, el lenguaje deportivo, siempre hiperbólico, reconoce la calidad humana de unas figuras convertidas en tótems diseñados para la adoración en momentos de bonanza futbolística.
El Real Madrid ha sido superado en un partido fácil sobre la pizarra. El Ajax no se dejó llevar por el derrotismo. El marcador adverso sacó fuerzas de donde no había, despejó el horizonte nublado con agilidad atlética. Los chicos de Erik ten Hag pensaron vamos a por todas sin anticipar el final. El once madridista tenía en sus manos el triunfo que le permitiría su salto a la Champions League pero no aprobó un paseo rutinario por la ITV. El equipo de Florentino Pérez y Santiago Solari cayó en la trampa. Un partido de fútbol no es un máster de Cifuentes.

Es posible que el Real Madrid de Courtois; Carvajal, Varane, Nacho, Reguilón; Modric, Casemiro, Kroos; Lucas, Benzema, Vinícius, con baja de Sergio Ramos, hayan jugado mal pero también hay que elogiar al contrincante por aprovechar las lagunas del rival e imponerse de manera arrolladora: 1-4. Los marcadores son referencias tan engañosas como las encuestas pre-electorales que agitan la política. Para los hinchas del Real Madrid, este 6 de marzo más que miércoles de ceniza es un miércoles cenizo.