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EL PASO HACIA LA CLANDESTINIDAD
Película "Miel de naranjas"


J. G.
(Madrid, España)

Miel de naranjas
  Ficha Técnica Video Premios
Lo que imprime personalidad a “Miel de naranjas” es el ritmo. Ritmo firme, in crescendo, protegiendo la constante misteriosa de su desarrollo. Como un libro devorado ansiosamente, sus fotogramas van pasando por nuestros ojos como páginas llenas de vida. “Miel de Naranjas” irradia frescura, pasión y denuncia. Denuncia sin convertirse en practicante a favor de unos ni de otros. Es un relato que posee todas las piezas de un collar bien engarzado: el mismo que ha oprimido a muchos y que nadie quiere volver a llevar impuesto. Se sitúa en la posguerra española por cuestiones de guión, este emplazamiento es circunstancial. Hablamos de una película coral que, aunque refleje una etapa de la historia española, se refiere a la tiranía de los totalitarismos gubernamentales. La posguerra está fresca, más latente que la propia Guerra Civil. Lo que ocurrió en esta contienda causó víctimas y sigue manteniendo posiciones irreconciliables; el tiempo que vino después arrastró una serie de acontecimientos que no han pasado a los libros con tanto ruido. Demos paso al fantasma de una represión gobernada por una ambiente de calma dictatorial, más lacerante que la propia guerra.
 
Iban Garate da vida a Enrique  
Karra Elejalde como Don Eladio (izd) junto al teniente  Vicente (Eduard Fernández)
Tras la batalla, la posguerra aparece como un periodo crucial cuando se aspira a la libertad; por sus venas corre la sangre sin tierra de una calma nerviosa. En “Miel de naranjas” no se vive una lucha rural protagonizada por los maquis sino una lucha urbana, con regusto francés.
Uno de los grandes atractivos que ofrece “Miel de naranjas” es esta traslación de los acontecimientos, convirtiéndose en una novela de aventuras. Luchar por lo que se cree, y contra lo que oprime, se convierte en constante que arriesga la vida. Es una manera de combatir al sistema dictatorial impuesto por la fuerza. Un enemigo molesto que no cesa en su empeño de mantenerse vivo. Se demuestra que es fácil exterminar a las personas pero difícil acallar sus ideales; lo que más duele.
Carmen (Blanca Suárez)  
"Miel"
Estamos ante una película coral donde cada personaje tiene su momento de gloria y desencanto: desde el juez Don Eladio (Karra Elejalde) hasta los presos que se dejan la piel en el Campo de Concentración de Los Merinales: exponente del anonimato que representa la cautividad represiva. Es atroz e impensable el final de la relación entre Vicente (Eduard Fernández), teniente y ayudante del juez Don Eladio, y el sargento Ramos (Carlos Santos).
Se observa la dictadura franquista como drama histórico, mezcla de locura, cárcel, trabajos forzados, exclusión y hambruna; como drama social del hombre enfrentándose a la prepotencia del Estado. Este régimen policial, impuesto, dividió España en haciendas gobernadas por mini caudillos, autoproclamados héroes nacionales. Don Eladio es uno de ellos; un cirujano encargado de extirpar el cáncer comunista con la mayor discreción en una guerra sin cuartel. Espíritu protector de una sobrina que no demuestra la misma simpatía hacia él (lo sabe y se conforma). Un ejemplo de la dominación sentimental y su frialdad ejecutora. La brutalidda bélica da paso a la brutalidad administrativa del estamento militar.
Don Eladio besando a su sobrina, Carmen (Blanca Suárez)  
Ramón (Carlos Santos) despidiéndose de su mujer

Enrique (Iban Garate) es testigo de esta masacre legal, convirtiéndose en cómplice de lo que ocurre. Se cuestiona qué hacer y actúa. El orden establecido también posee espías y decide mostrar su rebeldía silenciosa. “Miel de Naranjas” es una historia sobre las relaciones sentimentales. La convivencia entre él y Carmen (Blanca Suárez) esconde la cara más real del ser humano: la que guarda los secretos íntimos. No es engaño lo que hay entre ellos sino compromiso personal que supera la relación matrimonial.
El guión mantiene un aspecto visual lleno de vitalidad. La fotografía está ligada a la ambientación, factor clave. La luz andaluza confiere a las imágenes plasticidad lumínica. Imanol Uribe nos habla de los monstruos creados por las guerras y de quienes intentan sobrevivir bajo el miedo y la clandestinidad, con un toque de espías.
Los mismos que nos han enseñado a olvidar la Guerra Civil Española, se han olvidado de contarnos que existió una posguerra plagada de crueldad e injusticia. La opresión alimenta la esperanza.

J. G.


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