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CINE Y ESPECTÁCULOS
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A TARANTINO LE SOBRA TIEMPO Y SANGRE
Película Django desencadenado


J. G.
(Madrid, España)

Django desencadenado
  Ficha Técnica Video Banda sonora Premios  
Tarantino es amante del riesgo por su espíritu emprendedor o su osadía; también se le considera un genio del cine. No deja de ser un director-actor-comediante-rey del absurdo y el dominio cinematográfico que le permite jugar con el peligro del fracaso, minimizándolo a éxito menor. Se mima en sus películas tanto que pierde la noción del tiempo frente a la cámara. Se olvida del asunto, importante para que un director sea ameno, como de que el público no muera en el intento de aguantar 165 minutos a capón. Porque, a veces, eso es Django desencadenado: la sucesión de imágenes en una tira cómica que desvaría hasta el hedor chabacano del entretenimiento pistolero. Es Tarantino; y si Tarantino dejara de ser Tarantino, sus películas perderían ese ápice de lucidez mezclada sabiamente con la basura de los pistoletazos sangrientos y repulsivos. Se diluye en el aleteo de balazos desenfrenados para justificar situaciones que, por lo visto, sólo sabe resolver con la violencia. Más que un alegato antibelicista es una sucesión de disparos metidos con calzador.
 
Django (Jamie Foxx) junto al doctor King Schultz (Christoph Waltz), rodilla en tierra  
Django desencadenado
Me pregunto si Quentin Tarantino sabrá contar historias sin recurrir al efectismo de la sangre como protagonista. Tarantino es claro y entiende que una producción tan larga como ésta exige actores capaces de aguantar casi tres horas bajo fuego homenajeando al Lejano Oeste. Los diálogos insulsos aburren salvo en los dardos lanzados por Jamie Foxx (Django) a Leonardo DiCaprio (Calvin Candie): joyas que se crecen con la mirada clavada de un negro venido a negrero cazarrecompensas.
El contexto y el personaje principal elegidos para desarrollar el largometraje son muestra de un sentido comercial avispado e interés histórico. Poco se ha hablado de un negro venido a cazador de blancos. El cineasta de Tennessee lo aprovecha con un guion lleno de altos y bajos. Su película no sienta cátedra pistolera a pesar de una banda sonora oportuna, mezcla de rap, clásica y country. La fotografía es lúcida y detallista. Estamos ante el Tarantino amante del entretenimiento rematado por la sangre tontorrona.
El racismo también aparece en la película de Quentin Tarantino  
Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) se enfrenta a Stephen (Samuel L. Jackson), a la derecha. Al fondo, el doctor King Schultz (Christoph Waltz)

Jamie Foxx al rescate de su dama, afortunadamente en el tramo final, rompe el dramatismo con que tan bien sabe jugar Quentin Tarantino. Broomhilda (Kerry Washington) saluda a cámara como una pazguatilla de vídeo doméstico. La inocencia del Django inicial se convierte en Mister Cara Palo, incapaz de superar el trabajo memorable de Christoph Waltz como el doctor King Schultz, ejemplo del dominio cómico. A Dicaprio le han salido arrugas. Hay que quitarse el sobrero ante Samuel L. Jackson, bajo la piel de negro acomodado al sistema de los blancos con servidumbre de color. Mandón y cascarrabias con otro de su mismo color, no esconde que para él también existen diferencias ente los de su raza. En su tercera repetición con Tarantino, después de Kill Bill. Volume 2, Pulp Fiction y haciendo de narrador en Malditos Bastardos, borda el papel de negro más racista que sus amos. Es un personaje poco aprovechado en una película de solidez irregular.
El cine de Quentin Tarantino en Django desencadenado es insano, con arrebatos magistrales, sin espacio para el recuerdo agradable. Demasiado exhibicionista de un talento que se baña en sangre como marca de la casa.

J. G.


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