El sexual es un tema muy trillado: da juego y atrae público. Von Trier elimina la sugerencia para adentrarse en lo explícito del apetito animal. Es una anécdota convertida en protagonista; aburrida y anti erótica. Ha pisado sobre seguro.
Posee inteligencia, imaginación y mente provocadora: todo aquello que un director desea a la hora de hacer cine. Es un maestro con el lenguaje visual. Los primeros minutos de
“Nymph()maniac: Volumen 1” son un canto a la belleza creativa. Consigue como nadie crear momentos mágicos entre callejones semi iluminados y hemisferios de abandono sepulcral. Este comienzo es la definición de su nueva propuesta sostenida por la soledad y el deseo humanos. La figura del hombre en sus vertitentes pasional-adicitiva y receptora de información se mueve por la oquedad de un vacío insatisfecho. La continuidad de
Charlotte Gainsbourg en el reparto se ve alternada por la frescura de Stacy Martin (Joe adolescente), menos destructiva e igual de pecaminosa.
Joe aparece bajo el cliché de mujer que ha sido maltratada mientras que el hombre, Seligam
(Stellan Skarsgård) surge ente la oscuridad nocturna como ángel rescatador. Poco innovador pero efectivo. El aspecto ninfómaníaco que rodea esta primera etapa de Joe tiene un interés secundario. Prima el hambre de contar la historia de una vida por parte de una mujer que se siente en deuda con alguien... llamemos a este personaje coincidencia.
Las escenas entre anzuelos de pesca y música de Bach sienten el traqueteo del mismo tren. El alma atormentada de Joe choca con el saber enciclopédico de Selingdam, escondido en su soledad.