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PAULINA: ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Película "Paulina"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Las miradas entre padre e hija se enfrentan sin tapujos en la última película de Santiago Mitre. Se clavan en la expresión ajena reclamando, por un lado, independencia, y por otro, proteccionismo. El abrigo paterno se sustenta sobre el inmovilismo de una lógica apoltronada y Paulina, su hija, representa la necesidad de un cambio en la vida. Es el lado solidario del ser humano, la inquebrantable fe en los demás; una mujer que busca explicación a la sinrazón cultivada por algunas personas. Este diálogo inicial entre ambos brilla en su aspereza, lleno de espíritu teatral, como puerta al abismo que está por convertirse en un vacío sin fondo.
A pesar del infortunio que cercena su vida como mujer, Paulina se convierte en ayudante y víctima de una entorno tan cruel como débil.
La violación es un mal menor cuando se enfrenta, como padre e hija, a la incomprensión de su motivo. Comprensión y perdón deberán caminar de la mano por un sendero tan difícil como el de la muerte intencionada. “Paulina” es fuerza, enfrentamiento, necesidad de entender la maldad que habita en el hombre: algo que ella no interpreta como un mal sino como un tropiezo que desea entender a través del diálogo con el ejecutor. Su potencia está en lo que no se dice pero se lee con un golpe de vista; en la profundidad serena de esa mirada femenina capaz de asustar al odio. |
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La película de Mitre, un director al que merece seguir la pista (“El estudiante”) es un remake de la homónima que Daniel Tinayre dirigió en 1961: “La patota”. Si escarbamos en su procedencia lingüística de esta palabra, la R.A.E. se refiere a ella como un grupo, normalmente integrado por jóvenes, que suele darse a provocaciones, desmanes y abusos en lugares públicos. “Paulina” describe un mundo donde lo sombrío y la pobreza se dan la mano, donde la justicia del primer mundo no quiere acercarse. Busca la descriminalización del agresor, interesada en las causas que conducen a la ejecución de la maldad. La justicia de esta mujer decidida es la justicia del silencio, el reflejo de un abuso. Su llegada al escenario vejatorio supone un reto hacia la convivencia que no ha evolucionado en la provincia de Misiones (Argentina), hacia la normalidad cubierta por el machismo endémico, hacia el silencio provoprovincia de Misionescado por el miedo. Paulina opta por renunciar a la confortabilidad que el mundo le ha proporcionado, al abanico del regazo familiar. Decide convertirse en mochilera de la solidaridad ya anticuada. Ella, en su orgullo justificado, busca un acercamiento a otra realidad, donde su trabajo sirve de vehículo para dar a conocer los derechos desconocidos de una comunidad aislada.
La atmósfera en el que la película de Mitre respirar sin asfixiarse encuentra una justificación.
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“Paulina” representa las ganas de avanzar en la solidaridad. Se opone al servilismo, al poder de una justicia sentada sobre pilares inflexibles que no ven más allá de sus intereses. Necesita abandonar una sociedad que ignora a un tercer mundo dentro de su propio rancho. Se enfrenta al paternalismo doctrinal en lo político, a todo estilo de vida refugiado en la supervivencia clasista. Paulina, alejándose de este existencialismo, huye de una aventura con tintes románticos; busca la afirmación del camino personal, la necesidad de su dignificación moral que pasa por la renuncia a lo conocido. Su lucha sostiene la militancia solidaria gracias a su empeño, convirtiéndose en la heroína con la que no se siente identificada.
La belleza de esta cinta, descrita con mayúsculas, late en el retrato de una mujer que, asumiendo la tragedia de su drama, regala humanidad. La polémica está servida porque, aunque no sintonicemos con Paulina, la comprendemos. Es una joven tan madura como responsable de sus actos, incapaz de acaparar la barrera entre el bien y el mal. |
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El espectador siente la invitación a ponerse en la piel de la protagonista; a cuestionarse su actitud, a buscar respuestas y profundizar en las preguntas de dureza reflexiva. El relato sencillo de su violación antepone la razón al odio; se refleja con una frialdad forense que asusta. Es capaz de separar los hechos del salvajismo que implican. Se produce un distanciamiento entre la maldad del agresor y la bondad del agredido. La naturaleza de Paulina quiere mantenerse como la selva: libre en la elección de su destino. Marca el terreno de su independencia. La víctima intenta comprender al violador a través del diálogo como mejor forma para aplicar la comprensión y el perdón. El mensaje de “Paulina” es claro: la ira provocada nunca debe volcarse sobre un inocente (incluso nonato). Decide tener un hijo que, al igual que ella, nace sin su permiso.
A pesar de que no regala las sonrisas, existe una gran dosis de sensibilidad en su papel. Es fría y sobrecogedora; su compromiso y consciencia asustan; pocos apoyan su misericordia. Es una mujer implicada, hierática, tan cercana como distante. El mundo que retrata “Paulina” pinta amargo, no se sumerge en la fábula sino en el drama sostenido por la contención de una gran fortaleza. Aguanta las lágrimas de un padre incapaz de comprender lo que su corazón busca abrazar.
No sabe aceptar el destino elegido por su hija.
La presencia masculina de unos niños violadores desprende una intensidad destructiva y solitaria. El poder de la justicia arrolla con el poder de la misericordia y el perdón. La ley es fría y dramática en un mundo que arranca confesiones con la violencia, algo que Paulina no aplaude; siendo capaz de ponerse del lado de los culpables. Pero, ¿hasta que punto es bueno dejarlos libres? Como la verdad ha sido arrancada de manera forzosa, ¿merecen ser considerados inocentes?
“Paulina” obliga al posicionamiento ante estas preguntas. |
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Paulina mantiene un tour de force con su padre antes de adentrarse en el activismo social comprometido, en el mundo de la marginalidad. Entre el lenguaje de ambos existe un abismo generacional que separa una madurez trasnochada de otra: efervescente. Mientras Paulina busca evolucionar, los planteamientos paternos se asientan en la conformidad de un sistema político que no tiene porque ser correcto ni el mejor. Cada plano de esta mujer que se enfrenta a la sociedad, y lucha consigo misma, está estudiado con una precisión milimétrica. Su mirada omnipresente, penetrante, honda, silenciosa y rebelde dirige este largometraje. Es una película de emociones aunque la cabeza manda en la protagonista. Su pensamiento racional se niega a culpar al violador, proclamando su solidaridad contestataria. Sólo ella conoce lo constructivo de esta postura y hasta que punto resulta ética. |
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