La cuidada ambientación conseguida por Nicholas Hytner (
“La locura del rey Jorge”) convierten a
“The Lady in the Van”, modesta y cariñosa, en una comedia “pure british”. El aroma anglosajón se respira desde el primer fotograma: el olor de sus calles amables, el sabor de sus enladrillados edificios, las aceras arboladas. Todo resulta tan casero e identificativo que nos sentimos parte de esa comunidad.
La londinense barriada de Gloucester Crescent, a principios de los 80, estaba poblada por una fauna de personajes tan variopinta como interesante. Había actores, presentadores de televisión (Jonathan Miller), escritores como la periodista Claire Tomalin, el dramaturgo y novelista Michael Frayn, la novelista Alice Thomas Ellis y el dramaturgo
Alan Bennett, tan pacífico como impoluto. Su vida se define con la caída lineal del dibujo en un traje mil rayas. La aparición de Miss Shepherd (Maggie Smith) altera su normalidad rutinaria. La unión de ambos impulsa
“The Lady in the Van”, una historia donde la ternura se mezcla con lo estrafalario y lo divertido.
Mientras que Bennet vive más en los textos que en la calle, Miss Shepherd es un animal bohemio, de furgoneta ambulante y hogar incierto. Pintó la vida de Alan con el arco iris de la curiosidad. La relación surgida entre ambos, a regañadientes, cuaja en un vínculo amistoso surgido de manera involuntaria.