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PINCHAZO EN LA FACTORÍA 007
Película Spectre
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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En 2015, poco o nada queda de la figura ideada por Ian Fleming en los años 50. Bond, James Bond hace tiempo que se ha trasmutado en marca comercial, olvidando el legado cinematográfico de sus predecesores. Es un mito embalsamado con ácido hialurónico de fórmula conocida por unos pocos. Existe un miedo atroz a la hora de encasillar sus películas como secuelas o el rosario interminable de una saga que se resiste a envejecer con los años. ¿Por qué? El mito nunca morirá pero la gallina de los huevos de oro morirá en algún momento. El agua no brotará tan intensamente de un manantial finito a pesar del reciclaje previsible. Los actores que han vivido sus andanzas terminan siendo prescindibles y la figura totémica construida alrededor de su nombre está abocada a un proceso de renovación lógico. |
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Sam Mendes repite en la dirección de Spectre, después de Skyfall, la vigesimocuarta entrega de esta patente. Lo nuevo de 007 quita más que pone; se mueve en lo previsible sin novedad en el frente. Daniel Craig es un actor solvente al servicio de su Majestad aunque ésta permanezca en un segundo plano elitista. La acción es elástica, al director de American Beauty le gusta el cambio de decorado: desde Sudamérica pasa a Europa cuando no se encuentra en medio de ningún lugar. La geolocalización que aquí se vende no es importante en las películas de espionaje estilo Sean Connery porque James Bond se ha movido siempre de manera más intuitiva que metódica. Ha perdido ese olfato rastreador que le caracterizaba antaño. Se ha convertido en una pieza ajedrez que juega sus movimientos sobre un tablero criptográfico tan frío como desangelado. Lo primero que asusta de esta actividad trepidante, por utilizar términos suaves, son los 143 minutos que dura el metraje para lo que cuenta. A pesar de esta duración exagerada. La última hora cae en un abismo de la rutina tontorrona. Sam Mendes sabe dirigir para el entretenimiento y aquí lo demuestra sin abusar de planos pirotécnicos ni prepotencias machistas atribuibles al agente James Bond. Dentro de su simpleza, las escenas conducen por un mundo impersonal, vacío y colorista. Por suerte, a Daniel Craig se le ha oxidado la bragueta. La fotografía es lo mejor, a parte de una dirección correcta, sin que conduzca al éxtasis ni entusiasmo.
Detrás de la franquicia existe una producción gigantesca que no aporta novedad, hace guiños al pasado en su música. La mano de John Barry, identificativa de etapas anteriores, ha estado presente en los arreglos de James Bond Theme, dirigido por Monty Norman: otro conocido de la casa. Los temas forman un cuerpo selecto con canciones placenteras como clásicos de Vivaldi (Nisi Dominus RV 608 Andante Cum dederit), G. Donizetti (One Furtive Tear - L'Elisir D'Amore) o Verdi (Libiamo Ne' Lieti Calici - La Traviata/Acto 1), sin olvidar Writing's on the Wall, musicado e interpretado por Sam Smith, con letra de Jimmy Napes. |
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James Bond siempre estará asociado a los coches rápidos, las mujeres fáciles y la vida adicta al riesgo. El protagonista de Spectre es un fantasma de Connery, Roger Moore o Pierce Brosnan; una figura más ligera, menos misteriosa e interesante. El ritmo no encadena sorpresas, las imágenes no invitan a maquinar escenas sino a dejarse llevar por el sendero del lo que el director ha establecido. Es tan prescindible como decepcionante y triste. Es una lástima que interpretaciones soberbias como las de Christopher Waltz y Ralph Fiennes no hayan sido exprimidas con algo de dignidad carismática. Se rumorea que hay un Bond 25 como nueva entrega, sin fecha de rodaje, encabezado por el mismo equipo: Sam Mendes, Daniel Craig y John Logan en el guión, junto a Ian Fleming. |
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