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DESCUBRIENDO EL OTRO LADO DE LA FELICIDAD
Película "El porvenir"


J. G.
(Madrid, España)

El porvenir
  Ficha Técnica Video Entrevista a la directora, Mia Hansen-Løve
La vida está sujeta al azar de los acontecimientos. El enfoque optimista que Nathalie adopta en la película de Mia Hansen-Løve se transmite con sobriedad unamuniana en forma de mensaje esperanzador: “Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”. Aunque debemos reconocer que, en algún momento de la vida, nos encontramos sometido a la dictadura del destino que, a veces de manera inesperada, reconduce nuestra existencia. El hombre puede construir el camino por donde transitará junto a lo impredecible como compañero de viaje. Jamás verá el final hasta doblar la curva definitiva de la muerte bajo el paraguas de la adaptabilidad: de supervivencia. Mientras, la sustancia de este recorrido llamado vida es un descubrir constante de personas -algunas con el sello de confiables-, y acontecimientos, enriquecedor, surtido de momentos agradables y menos placenteros.
Nathalie, prototipo de mujer cultivada, socialmente comprometida y, en su medida, libre, combina su vida dedicada a la docencia con los libros, los recuerdos que antiguos alumnos le proporcionan y la familia. Su imagen es un leve espejo del 68 francés que no busca opacar su sombra, cuando la utopía estaba dispuesta a convertirse en realidad. Ahora, con la vida encarrilada, disidente del aburguesamiento clásico en el que se podría haber instalado con comodidad, su intelecto despierto es capaz de discernir el pensamiento crítico de la revolución adolescente.
 
La familia de Nathalie Chazeaux respira un ambiente intelectual en 'El porvenir'  
Los alunos de Nathalie debatiendo en el parque
La juventud francesa del siglo XXI, agobiada por la explotación laboral que pretenden solucionar los hijos, se alza contra el actual modelo de libertad social ligado al sistema económico neoliberal. Como profesora, se enfrenta a una situación incómoda sin renunciar a sus principios basados en el pensamiento crítico; tampoco busca dejarse llevar por utopías sustitutivas del razonamiento por ideales salidos de corazones indignados. A la vez que observa como su entorno académico se convulsiona, Nathalie se siente presa del marketing basado en la economía de mercado, ansiosa por trasformar su obra literaria en otro elemento de consumo revestido de un cariz pedagógico, que convierte a Platón en cómic irrespetuoso. Va a ser engullida por esta idea materialista del Saber que antepone los beneficios sobre el conocimiento mientras la vida privada, bajo un efecto dominó, se desmorona con la misma frialdad. Su marido, modelo del buen actor conyugal, en la constatación de una madurez insatisfecha, es el reflejo de la rigidez germánica frente a la suavidad de una delicada flor perenne. En esta montaña rusa de infortunios se suma la presencia de una madre posesiva cuya absorción se convierte en un sentimiento agotador que sólo se rinde ante la muerte.
Nathalie Chazeaux (Isabelle Huppert) junto a su madre Yvette (Edith Scob)  
El marido de Nathalie, Heinz (André Marcon), junto a su amante

El abandono traza un presente continuo con rostro futurible; una manera de descubrir otras vías de felicidad desconocidas para Nichole (o sólo materializadas en su mente literaria). La soledad, aceptada como compañera para alcanzar la felicidad, descubre un desarrollo personal inexplorado. La frescura de Isabelle Huppert mantiene a raya la dureza experimentada por una mujer que reconduce su vida con maestría y delicadeza, sin alteraciones sensibleras. En vez de lanzarse a los brazos de la cólera emocional, se refugia en las palabras iniciales de Unamuno con elegancia natural para disfrutar del momento. Se deja llevar como un barco que no pierde el timón en un mar crispado al remanso de una soledad compartida con sus ganas de ser feliz. Cree en la vida como una experiencia liberadora, escribiendo una de las páginas más enérgicas de su biografía.

J. G.


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