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LA VIDA DE JAN EN UN REALITY FAMILIAR
Película "La historia de Jan"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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En la época de los sentimientos digitalizados, convertidos en material participativo por una fracción de segundo, la privacidad se ha convertido en un fenómeno viral. Compartir experiencias es una catarsis liberadora que ayuda a combatir el dolor. Esta proclama a los cuatro vientos del ámbito personal brilla como un símbolo de superación que no desea permanecer en el anonimato. La palabra blog ha externalizado la interiorización para convertirse en altavoz de nuestras vidas; la ha modernizado. Se comparten angustias y superaciones, se pretende normalizar lo anómalo, aporta luz sobre lo desconocido y, sin quererlo, convertirse en estrella mediática sin intención amarillista. La familia Moll hace de las malas noticias una liberación de los miedos internos, asumiendo responsabilidades imprevistas, con un agradecimiento final a la vida por haber superado la prueba del trance psíquico. |
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Tener un hijo con síndrome de Down es un mazazo para sus padres. La experiencia real que alimenta “La historia de Jan” fortalece la parte positiva de una etapa traumática al revelarse contra su aceptación. Cuando el ojo de la cámara se convierte en espía entrometido de una intimidad universalizada, el poder del espectáculo supera la humanidad de lo que registra. Se transfigura en una auto expresión liberadora de padres convertidos en piezas fílmicas que muestran, a veces, una naturalidad forzada, sobre todo si uno de estos actores es camarógrafo a la vez. Las imágenes caramelizadas de una realidad evidente, como es el síndrome descubierto por el médico británico John Langdon Down en 1866, lanzan mensajes de una pedagogía divulgativa con nombre propio: Jan. La discapacidad se encuentra también en las personas sanas aunque sea la manifestación fisiológica la que más impacte. Bernardo Moll, junto a su mujer Mónica Vic, sobre el imprevisto de tener un hijo discapacitado, trazan las directrices de una película familiarmente humana, apoyada en su impacto testimonial. |
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La familia Moll se apoya en su intención documental y de concienciación acerca de una trisomía vivida en primera persona, con brotes de ternura que acompañan al nerviosismo y al desfallecimiento, la agonía de los años que pasan, la alegría de la primera palabra y la necesidad paterna, retorcida, por convertirla en bucle de orgullo auto complaciente frente a una cámara hostil. ¿Por qué todos los padres quieren tener, en este momento de la vida, a un hijo monito?
Este metraje observa crecer a Jan a lo largo de sus primeros seis años, despierta sonrisas y ternura con la recopilación, cámara en mano, de momentos importantes para una familia que se suceden como un álbum de fotos anónimo. No es un “Boyhood” español sino un reality barnizado de humanidad casera, donde más que una explicación de lo que implica tener un hijo con síndrome de Down, refleja la manipulación de un niño sin derecho a optar por ser grabado o no. Una manera fría de ilustrar lo que este trastorno genético comporta, exenta de agilidad emocional. |
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Texto: www.photomusik.com
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