Las experiencias personales acompañadas de la sesnsibilidad que carazteriza al cine de Hirokazu Koreeda ocupan el tramo final de esta muestra. "With or Without You", ópera prima cargada de sensibilidad, no es un retrato convencional de dos mujeres unidas por el destino y la tradición, sino el descubrimiento de dos almas que se encuentran y afrontan la vida hermanadas por el mismo hombre, ya falllecido.
Choi y Kim son fruto del afecto al que las ha llevado una convivencia de 46 años, más que esposas del mismo marido. Han permanecido juntas hasta ahora mientras esperan la llegada de la muerte. Una espera inevitable, llena de vitalidad y ternura, dentro de una relación que regala amor sin buscar nada a cambio.
Choi (la más anciana) se hace cargo de Kim, abandonando, con el tiempo, su condición de esposa para convertirse en hermana, amiga y madre, estableciendo unos lazos que superan la responsabilidad sanguínea.
Esta cohabitación ha construido un cinturón de vivencias reforzado por la preocupación en el otro, por las dudas cuando Choi muera y Kim quede sola. La naturalidad de los gestos crea imágenes ricas en plasticidad sincera, risas amables, intranquilidades justificadas, añoranzas, el nerviosismo que produce en Kim una soledad pasajera producto de una dolencia estomacal. El primer documental del coreano Hyuck-jee Park es un regalo de amistad, cariño; la justificación de que las personas somos animales de compañía. La cámara se introduce como uno más de la familia, descubriendo que no todo es fácil en el día a día de estas mujeres. Una fotografía sencilla, acompañada por música delicada, dejan una sensación de paz muy particular mientras asistimos a un final abierto a la incertidumbre.

Este suave sabor de boca se topa con una realidad menos entrañable, más macabra.
Según el documental “Non-fiction diary”, de Jung Yoon-suk, para juzgar el presente hay que comprender el pasado. Es capaz de cuestionarse lo público en una sociedad democrática. Tres casos reales, con final trágico, dejan al descubierto las lagunas del sistema jurídico surcoreano, no exento de crítica.
Todo se remonta a 1988, cuando la sociedad, en Corea del Sur, comenzó a vivir una crisis de valores morales con la consiguiente desorientación de su juventud.

Por entonces, los medios de comunicación se cebaron con un caso de asesinato brutal ante el que la vergüenza y las ejecuciones sumariales pesaban más que el juicio razonable sobre los culpables. Los asesinatos del Clan Jijon atacaban las contradicciones del capitalismo mientras se criticaba la inexistencia de una disciplina férrea en la juventud, provocada por un aperturismo salvaje hacia el libre mercado bajo la administración de Kim Young-sam (1993-1998).
Este libertinaje dio lugar a una cadena de asesinatos vandálicos y desmedidos orquestada por la banda anterior. Tras su arresto policial, la ejecución de estos jóvenes se convierte, por gracia del presidente Kim, en un acto de purificación nacional donde el castigo impera ante el perdón o el equilibrio judicial. No hay que temer al pecador sino a la instrumentalización del pecado por parte del partido. Siempre debería de existir una esperanza para el perdón. Tendríamos pensar que, antes que la muerte, existe la rehabilitación como medida para intentar que los errores del pasado no se repitan.

Detrás de la explosión económica surcoreana existe un cine documental con empuje. Su naturaleza independiente mezcla lo comercial con lo minoritario mientras arte e industria caminan de la mano a través de sus proyecciones. (Ir a parte 1).