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DIÁLOGO CORTESANO
Película "El Bosco, el jardín de los sueños"
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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El Bosco es el gran desconocido de la cultura europea renacentista y la pintura universal. Significó la transición entre la Edad Media e inicios de la Edad Moderna, un puente entre lo espiritual y lo terrenal. Si no fuera por “El jardín de las delicias”, posiblemente habría pasado a los anales de la historia como Jheronimus van Aken. En el quinto centenario de su muerte, José Luis López-Linares ofrece una mirada particular de la obra icónica de un artista exquisito. Propone, al profundizar en este tríptico, un producto audiovisual polisémico que flota en la intelectualidad de sus voces (Miquel Barceló, William Christie, Guo-Qiang Cai, Orhan Pamuk, Salman Rushdie o Michel Onfray), creadoras de un diálogo cortesano compuesto por una élite que no es representativa de la cultura popular. Son actores que se retratan en un metraje extenso, bañado por una catarata de voces con renombre en un formato que no consigue despegar. Sus declaraciones son ampulosas, científicas, algo plásticas y, ante todo, subjetivas: factor que resta peso al valor imaginativo de este documental. |
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La pieza audiovisual que dirige José Luis López-Linares posee un formato didáctico e informativo con un ritmo plano e intrascendente. “El Bosco, el jardín de los sueños” es la frialdad de una definición, el sometimiento al claustro intelectual que minusvalora la interpretación del público mientras observa una obra artística. Se añoran sus conclusiones; ese contraste de interpretaciones que tonifica la piel cromática del lienzo. Arranca con la expectación, sostenida sobre la figura central, mientras el desarrollo duerme en la linealidad cansina, trazada por la especulación de los invitados, debatiendo sobre lo humano y sobrehumano frente al espejo de criterios particulares. Esta trayectoria rectilínea en la disposición narrativa lo convierte en una pieza aséptica, alejada del curioso que no busca escuchar respetables teorías personales. En otras palabras: “El Bosco, el jardín de los sueños” es un coñazo cultural gracias a personajes que guían al espectador por apreciaciones de diván.
El tríptico está plagado de figuras, colores, representaciones inmersas en su simbología figurativa -animal, vegetal y paisajística- conformando un universo saltarín, enigmático, henchido de imaginación; es el numen de Julio Verne, Dalí o Gaudí. También es Auschwitz, Dante, el escaparate de una orgía pagana en la desacralización de las religiones: una visión cosmogónica del mundo. El trazo, cuya riqueza demuestra una evolución constante en la pincelada de su silencio intemporal, sugiere un vértigo que desemboca en el caos. |
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Este trabajo de encargo, nacido de un acuerdo entre José Luis López-Linares y El Prado, no se ha enfocado hacia la exhibición en salas cinematográficas sino como mascota de la marca cultural España. “El Bosco, el jardín de los sueños” es un semillero de la divulgación sin hechizo narrativo, muy lineal y fría. Permanecerá como el gran secreto del arte, quizás el objeto del pintor flamenco: que su enigma no sea descifrado sino que la riqueza se busque en la interpretación personal del observador.
No siempre la buena técnica documental avala la frescura del resultado final y el ejercicio del cineasta madrileño lo refrenda. |
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