Lunana, un pueblo glacial situado a lo largo del Himalaya en la frontera entre Bután y el Tíbet, es un lugar conocido sólo por sus habitantes. Puede que allí esté emplazada la escuela más alejada del mundo, en competencia con las tierras esquimales. Lunana significa
valle oscuro en
dzongkha, en el idioma del lugar. Sin embargo, todo es claro en las intenciones de sus habitantes y así como la manera de expresar los sentimientos. La mentira no existe. El concepto de
Felicidad Interior Bruta hace de Bután un territorio fundamentado en el principio de desarrollo espiritual frente al económico. La necesidad de perseguir un ideal choca con la obligación de cumplir los compromisos comunitarios. El recorrido de Ugyen es beneficioso por partida doble al enfrentarse a esa responsabilidad y descubrir una felicidad individual basada en la sencillez. El progreso camina despacio aclimatándose a las posibilidades de las personas. La austeridad aspira al bienestar mental y físico. La medida gubernamental interpreta la educación como un problema de abastecimiento cubierto con el envío de un representante gremial a impartir clases veraniegas con más trascendencia política que pedagógica. El elemento orográfico conserva su fuerza protagónica.
La experiencia arranca en
Timbu, capital de Bután, situada a 2201 metros de altitud. El viaje hace su primera parada en
Gasa. La ascensión ha alcanzado los 2800. La llegada a Koina, y sus 3100 metros, supone un remanso dibujado por un grupo de casas integrado en la naturaleza con tres habitantes, el descanso final antes de llegar a Lunana. El itinerario es una aventura coronada en el
Paso de montaña de Ganglia Karchung, a 5240 metros, desierto y frío. El último lugar antes de alcanzar Lunana sirve para honrar a los dioses que protegen del paso por la montaña. El
cambio climático llega a la región, algo que los nativos, más preocupados porque el león de las nieves se quede sin hogar, no entienden. El escenario está sacado de una fábula en tierras alejadas de la invasión humana.
La renuncia de una seguridad proporcionada por un empleo público se lanza al vacío de lo imprevisto mientras no descarta planes en el extranjero. Ugyen posee una formación en la que las barreras idiomáticas o culturales no suponen un impedimento. Su juventud le impulsa a aventurarse en el mundo de la música como negocio capitalista. El peso de una abuela tradicional refuerza el matriarcado y la oposición familiar que teme innovaciones sociales.