La elección sustenta la idiosincrasia de
Profesor en Groenlandia. El cambio geográfico del protagonista supone un enfrentamiento cultural; la renovación de la raíces, el replanteamiento de la frontera identitaria, el conocimiento de una simbología étnica que encierra discriminación racial avisan giros inesperados. Anders, recién licenciado en Magisterio, toma la vía aventurera que le ayude a serenar el terremoto familiar que está formando un futuro impuesto: ser granjero forzoso. Deja la comodidad danesa para escoger la incomodidad de Groenlandia; se lanza a lo desconocido lejos del agobio usual. Representa la cara anónima del joven docente que, con intenciones sanas, se abre a lo inexplorado en busca de tranquilidad, mejor cuanto más lejos de la civilización. Se traslada hasta la esquina del mundo como mensajero educador en una pericia laboral. Las experiencias inesperadas lo convierten en el explorador que jamas hubiera pensado ser. La cotidianeidad novedosa es el ropaje incómodo del choque sociológico no incluido en su equipaje. Enseña y aprende en un intercambio de saber imprevisto; su sapiencia de aulario descubre el trabajo de campo en la aldea esquimal como iniciación novedosa. Anders vive y se deja llevar, asimila el rechazo impuesto por la barrera idiomática que impide confraternizar con las generaciones más adultas. La ilusión de este danés fornido es desmontada con naturalidad mientras deja que el curso de los acontecimientos moldee su estancia. El punto fuerte de esta
docuficción huye de las moralinas repetitivas y bondadosas; se pasea por lo antropológico con intención didáctica.