La mirada indiscreta de la tecnología se introduce en las entrañas del comportamiento familiar, espía como ojo observador el juego del lince con sus crías. Las inmersiones suicidas del martín pescador llevan el honor
banzai tatuado en la cola. La lechuza aguarda la espesura de la noche para atrapar ratones despistados y el águila otea el horizonte desde su hospedería con vistas lujosas. La vida en el aire respira gallardía regia. La mantis religiosa espera el momento oportuno para devorar al macho después de usarlo como elemento satisfactorio de sexo y comida, ordenadamente. El museo de la fauna hispana está lleno de intensidad dulce y agresiva.
El documentalista Joaquín Gutiérrez Acha completa su trilogía sobre la Naturaleza con un largometraje ambicioso en la estética visual y repetitivo en las formas. Después de
Guadalquivir y
Cantábrico,
Dehesa, el bosque del lince ibérico culmina un periplo por el ecosistema peninsular.
La vida y la muerte viven en armonía hasta que el acecho del hombre convierte al entorno virgen en destrucción. La descripción de esta dehesa es una continuación de los dos trabajos anteriores que, sin salirse de su temática, sorprende con la manera de mostrar imágenes crueles y fascinantes.