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FUEGO EN EL CUERPO
Película El niño de fuego
J. G.
(Madrid,
España)
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Ficha Técnica |
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Cuando un accidente marca, lo hace para siempre. Las secuelas que persiguen a Aleixo Paz tienen relevancia física y mentalmente. El niño de fuego es el acercamiento a un caso particular que el cine no ha querido silenciar. El documental, sin caer en la comparación fácil, posee una cercanía visual a El Hombre Elefante con la diferencia de que John Hurt interpreta un papel y Aleixo aparece sin maquillaje. No existe trampa ni cartón sino una realidad que puede intimidar, al comienzo, pero según se le conoce descubrimos que su forma de enfrentarse a la vida no es escapista. Saborea lo positivo y se queja de lo negativo guiado, a veces, por la angustia. Las emociones están en primer plano, alegran e incomodan, expresan la sinceridad del personaje.
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El documental comienza como un recuerdo familiar al pasado que arranca la génesis de las sensaciones posteriores. La infancia es un relato en boca de la madre apenada, la adolescencia forma el cogollo de la narración en carne abierta. La reacción producida por las heridas físicas palpita junto a la rebeldía contra el percance imprevisto. La pelea interior, cargada de rabia, es más interesante que las visitas al hospital para seguir su evolución médica. La imposibilidad de hacer cosas normales le conduce a la desesperación gobernada por la ley del esfuerzo mínimo, a la búsqueda de un apoyo musical en los amigos, al enfado constante con su madre (la cuidadora sin quien no es nadie). Se ensaña con una ella a pesar de que le admira y protege en una burbuja emocional transigente; aguanta sus groserías como una Magdalena. La situación, entendible desde esa óptica, exaspera vista con ojos distantes. No quiere reaccionar a los estímulos que su hermana o su padre le lanzan. La ópera prima de Ignacio Acconcia es la reproducción de un álbum unido por la sangre que normaliza la desgracia como parte del destino. |
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La carga musical está presente en forma de poesía personal y reveladora que se hace voz en el escenario: la casa, como los hiphoperos dicen. Sin creerse héroe, busca el trampolín que le permita alcanzar un sueño: ser rapero. El rap es el compañero de su soledad que le facilita expresar rabia con rima. El recuerdo de El Langui y su parálisis cerebral encuentran paralelismo en esta carrera.
Aleixo quiere asentar una identidad estancada, sin motivación, aupada con amigos convertidos en mentores musicales. Es un tipo normal que se inquieta ante la falta de estabilidad laboral. No es fácil vivir en un mundo de gente ‹‹perfecta›› llena de imperfecciones después de pasar 44 veces por el quirófano. Acconcia se aproxima a un territorio inexplorado con distanciamiento respetuoso. Los cinco años que ambos compartieron cámara trazaron un conocimiento cercano de Aleixo, convertido en El niño de fuego aunque fuera por una vez en su vida. |
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Texto: www.photomusik.com
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