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RETRATO DE UNA MUJER EN UN MUNDO MASCULINO
Película Eugénie Grandet


J. G.
(Madrid, España)

Eugénie Grandet
Ficha Técnica Video    
163 años antes de que Honoré de Balzac escribiera su primera obra literaria, El avaro de Molière escenificó la desmesura de la avaricia humana. La idea de que no eres nada, y nadie te respeta sin él, impulsa a Felix Grandet a consolidar una vida centrada en el precio de todo lo que fuera susceptible de comercio. Eugénie Grandet representa al apogeo del capitalismo moderno nacido al cobijo de la Revolución francesa, cuando el periodo de restauración monárquica estaba naciendo. La cabeza de los Grandet fue un sans-culottes enriquecido a base de una revuelta popular. Es el hombre curtido en el peso de las monedas, un negociante poco escrupuloso que sabe exprimir la maldad aceptada socialmente. Vive encerrado en un mundo vallado por un patrimonio del que no presume, tampoco disfruta ni permite a los demás gozar de él. El trabajo es la extensión de un corazón rocoso. Su ansia de empresario moderno deforma el entendimiento más cercano hasta convertir su desfiguración en la base de un trono egoísta. La fortuna amasada le llama a desprenderse de bienes físicos para engordar la materia prima que alimenta una energía basada en la pobreza: el peculio. Esta envejece sin posibilidad de eternidad, contradiciendo la entereza de sus barricas. La muerte comienza por piedras hasta alcanzar voluntades. El contrasentido nada en la abundancia al hacer gala de un ascetismo supino. La aflicción de una madre que conoce el desenlace de esta dictadura paternal es una defensa de la hija contra un monstruo.
 
Felix Grandet (Olivier Gourmet) urdiendo uno de sus negocios junto a Philippe du Janerand  
Eugénie Grandet (Joséphine Japy) y su madre, protagonizada por Valérie Bonneton
Las tardes son tejidas a la luz de una penumbra que ve pasar el tiempo entre mirada rutinarias puestas en una ventana como horizonte limitado. Las horas transcurren con aceptación y disciplina ante los ojos femeninos. El escritor francés retrata el drama del acaparamiento masculino, y su crueldad sobre la mujer, con fuerza pictórica. La belleza del texto, acotado por la necesidad del guion cinematográfico, es el centro de esta novela realista y romántica. La aceptación de una hija paciente que espera el rescate de esta cárcel es amarrada a una fidelidad forzosa. Su trato mercantil hace de Eugénie una dote inalcanzable. La tragedia se extiende más allá de los dominios territoriales para entrar en el campo sentimental. La llegada del huésped imprevisto atrae al enamoramiento sin cortejo desatado por la oportunidad. El pariente que atraviesa esa puerta blindada es un puente al frenesí y un golpe a la confianza en las personas. La seducción inicia un tramo centrado en la influencia de lo novedoso que no plantea cambios. La fidelidad no correspondida alarga una espera que sólo encuentra oposición y odio. Balzac describe la entrega sincera de una dama ajena a los sabores de la pasión. El soplo de enamoramiento susurra cánticos ilusionantes a Eugénie. La necesidad del casamiento aparece como idea clave que la convierte en mercancía imposibilitada para elegir su destino. La continuidad del apellido atado a los convencionalismos del enlace importa más que el cariño. La intromisión religiosa escupe veneno a través de la maldad que la persigue como dueña de una soltería mal vista.
Charles Grandet (César Domboy) y Eugénie durante un momento romántico de la película  
Eugénie Grandet junto a la tranquilidad del paisaje de Saumur

La uniformidad de la película va directa al sentimiento humano enseñando sus virtudes y vicios. El endiosamiento del dinero y la codicia de Felix Grandet pasean junto a una religiosidad marcada por la ira con la que este establece su poder. Su familia, sufridora del rigor monacal en lo económico, es la culminación de la miseria dirigida por un hombre que se siente rico aglutinando patrimonio. Es una hormiga enferma que crea fortuna para tener más. La Naturaleza aparece como un consuelo para Eugénie basado en la espiritualidad del paisaje de Saumur, armonizado por una fotografía descriptiva de bodegón lúgubre y luminosidad paisista con abundancia tonal. La belleza resalta gracias a planos convertidos en lienzos que respiran sin trucajes visuales. Las luces oscuras alumbran lugares callados, tranquilizan en vez de asustar.
La parte intermedia se recrea en la convivencia que tiene las horas contadas. La ingratitud marca un ambiente duro sin resultar melodramático. Es real gracias a actores imponentes por su sencillez. Cada uno juega un papel decisivo dentro de este entorno claustrofóbico. El juego expresivo de la contención en Joséphine Japy, Eugénie, se enfrenta a Olivier Gourmet, marcando ofuscación y egoísmo en Felix Grandet, tocando la hipérbole. La resistencia de Valérie Bonneton, convertida en la señora Grandet, aguanta en la retaguardia que no se rinde. Nathalie Bécue defiende la prudencia en su papel doméstico de criada. Las miradas son palabras mudas que apuestan por una confianza no correspondida y desprenden la violencia pacífica de quien conoce la finitud de la vida humana.
El tiempo se mueve a ritmo de elipsis que facilitan la agilidad narrativa sin perder el espíritu perturbador, albergando esperanzas no correspondidas. Honoré de Balzac se muestra avanzado a su época al explicar la esencia cambiante de las promesas amorosas así cono la inviolabilidad de la fortaleza que siempre se ha sentido libre, a pesar de vivir enjaulada.

J. G.


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