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ACCIÓN SIN EMOCIÓN
Película El otro guardaespaldas 2


J. G.
(Madrid, España)

El otro guardaespaldas 2
Ficha Técnica Video    
La triple A no es un reconocimiento sólo propio de las agencias de calificación sino que, como Patrick Hughes hizo entender en la entrega anterior, también pertenece al mundo de los guardaespaldas. Dicho galardón trae más agobios que placer dentro de un mundo aventurero, atractivo para la acción. Nada mejor que un año sabático para desintoxicarse de la tensión acumulada en la primera dosis de El otro guardaespaldas. Sólo así un agente desgastado por un derroche de energía bombardera puede recargar las pilas. El director australiano repite experiencia frenética, continúa el éxito del pasado anclado en la intención de hacer peligrar la paz mundial e introduce elementos creíbles donde el dinamismo no garantiza la calidad.
El inicio de esta colisión mezcla las 24 horas de Le Mans en una carrera donde algunos contrincantes se convierten en convivientes. Michael Bryce, dejando al lado las paranoias profesionales, no es la estrella de antes, sin clientes y envuelto en pesadillas protagonizadas por su antagonista, el sicario Darius Kincaid. Las situaciones atropelladas se juntan como un choque en cadena que produce una confusión mayor solamente argumentada con la efectividad del encadenamiento y la torpeza del empacho aventurero. La luna de miel abortada del asesino convertido en mantequilla al lado de su media naranja no es apta para problemas del corazón. Salma Hayek aparece como una lagartija guerrillera convertida en Rambo, despotricando un inglés latino de barrio. Tanta energía no tiene nada que ver con el comedimiento adolescente de un Ryan Reynolds carameloso y tontorrón. El viaje quema rueda por la Toscana, junto a maletines con contraseña, gánsteres, persecuciones, peleas de bar, explosiones, tiroteos: más de lo mismo. La aparición de un novio antiguo trae más inconvenientes que recuerdos nostálgicos.
 
Michael Bryce (Ryan Reynolds) en su año sabático después de un momento estresante como guardaespaldas privado  
De izquierda a derecha: Michael Bryce (Ryan Reynolds); Darius Kincaid (Samuel L. Jackson) abrazado a su esposa, Sonia Kincaid (Salma Hayek); Senior (Morgan Freeman), el padre de Michael

La salvación del mundo pasa por Europa con Grecia en crisis al estilo pre-Tsipras. El punto político superficial no perjudica la salud de 007. La intensidad con forma de chiste prefabricado marca la línea de la continuidad explosiva. El gamberrismo de Darius, gracias al imán de un Samuel L. Jackson atrapado por el enamoramiento adolescente, se acoge con agrado sin sorprender. El villano encapsulado en sus intereses salvadores del mundo nuevo, dirigido por él, cierra el círculo del cuarteto protagónico dispuesto a enfadarse y salvar al planeta. La caracterización envejecida de Antonio Banderas con nombre de armador y yogur griegos es el elemento más conseguido visualmente, alejado de su fiereza natural. El recuerdo a un idilio pasado, con coleta recogida como en El mejicano, recupera la química entre el actor español y Salma Hayek. El histrionismo de la mafia rusa omnipresente da el toque humorístico con Gary Oldman que, lejos de sobreactuar, sabe encumbrar el carácter palurdo de su papel.
Los asuntos familiares pesan con la relación paternofilial aparcada por el tiempo. El peso de este contacto inesperado recae sobre Morgan Freeman, quien, como siempre, resuelve su personaje con frescura entre lo protagónico y la relevancia en segundo plano. No hay nada como un poco de adrenalina policial para recuperar la autoestima aunque la diversión quede hecha unos zorros.

J. G.


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