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MADRIGUERA DE ALIMAÑAS EN LA ESPAÑA DE NARANJITO
Película El sustituto


J. G.
(Madrid, España)

El sustituto
Ficha Técnica Video    
Los perdedores de la Segunda Guerra Mundial tienen un nombre en términos ideológicos: nazismo. Algunos representantes de esta monstruosidad desaparecieron con una facilidad auspiciada por regímenes europeos e internacionales. Los mandos políticos aprovecharon sus influencias para salir limpios de un holocausto creado por ellos. Los alemanes ya conocían los parabienes del suelo español cuando, tras la invasión francesa, se acercaban a las playas vascas en modo vacacional. Éste se convirtió en refugio seguro, protector de la justicia internacional. La connivencia con el régimen franquista facilitó la labor y les aseguró un futuro tranquilo, con identidad nueva incluida. El paso del tiempo nos sitúa en las tierras cálidas de la Costa Blanca, donde el sol y las playas descubiertos acarician el paraíso de los nazis escapados del proceso que juzgaría su culpa en los momentos de la Historia reciente más negra. El sustituto no se enfrenta al problema con intenciones de aleccionamiento político sino que destapa la corrupción admitida por policías que aceptan ser su esbirros.
 
Un policía encontrado muerto, en condiciones siniestras, arranca este largometraje de intriga y nazis  
Klaus (Frank Feys)
Ricardo Gómez es un hombre del interior, curtido en la escuela de la calle. La aceptación de una vacante producida por una muerte inesperada de un policía inicia una carrera por descubrir la verdad que la corrupción oculta en su ambiente. Pronto descubre que su función en el cuerpo es hacer de perro guardián sobre una minoría heredera de criminales germanos. Un mundo lleno de secretos sellados y cerraduras lacradas se abre ante una mirada desconfiada. La complicidad policial con bestias disfrazadas de Caperucita se topa con un tipo observador ante personajes sospechosos, vestidos de civismo. La intriga aumenta cuando los tentáculos de la protección a antiguos criminales hitlerianos asoman impunes. Esta preocupación, que para algunos representa una cualidad tan enfermiza como molesta, solidifica sus pisadas por un camino transitado muchas veces en solitario. La casualidad le encuentra con un personaje al que el resto, sobre todo el comisario, trata despreciativamente como despojo profesional y humano, como un elemento fracasado dentro del cuerpo policial. Ricardo halla en Colombo algo más que un compañero: un hombre adaptado al sistema por obligación que éste desprecia; pero, en el fondo, le mueve una actitud detectivesca que todavía cree en la fuerza de la Justicia; es alguien especial por su conocimiento de las cloacas que nadie inspecciona. Los dos son el motor de un drama que se enfrenta a la influencia de la extrema derecha en una región donde los seguidores del fascismo añejo alimentan el odio patriótico. Denia se erige como el edén de homicidas que encuentran el paraje óptimo para esconderse sin levantar sospecha, creando su comunidad propia. Inaccesible, deslumbrante y encantadora para gente impresionable como Lola, la esposa de Ricardo, que se deja seducir por el poder material de los ocupantes.
Rafa (Pol López) es un camarero simpatizante de los nazi y levantar el brazo con saludo marcial  
La hija de Andrés Expósito en busca de su padre

La obra cumbre de Ronald Neame, Odessa, se pasea con una imitación de John Voight en la piel de Ricardo Gómez, las huellas de Marathon Man también se dejan ver sin olvidar al mencionado Colombo, la serie televisiva de protagonizada en su mayoría por Peter Falk. La política está presente a través de la ficción y realidad con un protagonista con funciones de detective y el triunfo de Felipe González en las elecciones de 1982, sugerencias al ladrillazo como inversión futura, una Democracia en pañales dirigida por el fascismo que gobernó España durante 40 años, y disfrutada por asesinos protegidos. Tampoco deja a un lado el problema de los niños abandonados durante la Guerra Civil. El trasfondo histórico describe una nación recién salida de la dictadura, manipulable políticamente, sin entidad. Es la época de Naranjito, del tejerazo con una alusión breve al intento golpista de Antonio Tejero. El continuismo del comisario impide el triunfo del cambio interno brindado por el momento. Afortunadamente, algún madero indiscreto se percata de que algo no funciona en un ambiente que flirtea con los creadores de la limpieza étnica.
El sustituto mira a los ojos de algunos que, ignorando sus responsabilidades ciudadanas, medran en la escalada profesional para construir una nación que cree en el brazo en alto, en vez de defender la seguridad comunitaria. Óscar Aibar ha creado un metraje que evita el maniqueísmo fácil para describir una atmósfera incómoda, basada en hechos reales, con estilo rocoso y certero. El trabajo actoral mantiene su exquisitez dentro de la seriedad amarga que no duda en abrazar el alcohol y el tabaco como compañeros fieles. El tesón de lobo solitario no se separa de una senda sorteada a contracorriente. Los cimientos de la estructura policial se tambalearán para que nada cambie. La cara amarga del título enseña que todos tenemos un precio a pesar de que los culpables abandonen un nirvana terrenal en busca de otro. El ritmo de la vida. Esta solidez sufre la fisura de un final predecible que podría haberse eliminado.

J. G.


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