El desarrollo caótico del enlace describe una relación heterosexual alejada de la seducción donde la mujer resplandece con brillo rebelde y el varón es el prototipo de la fragilidad, con mucho mundo pero sin vivencias. La conciencia de soledad apadrinada por un hombre débil dirige los siete capítulos que describen el desequilibrio posesivo sobre la pareja. Esta actitud apagada se contrapone con la feminidad de un enigma hermoso, apuntalado por la interpretación potente de la actriz
Léa Seydoux, que no vacila en defender su sentido liberal del cariño incitador, sin éxito, a la apertura en un hombre tímido. No actúa con intenciones maternales aunque a veces lo parezca. La posesión se vuelve acaparadora. Los signos de infidelidad perseguidos son el mástil del temor masculino al abarragamiento femenino.
El erotismo subliminal al que Lizzy juega busca la conquista viril, un escenario de dominación sexual que exige el cortejo. Jakob es el pardillo y su esposa, la loba que huye como estratagema para el encuentro. lldikó Enyedi no dirige para implicar al espectador si no para mantenerlo en la barrera de la observación protagónica del placer y desasosiego. La ganadora de la Cámara de Oro en 1987 por
My Twentieth Century y el Oso de Oro en Berlín con
En cuerpo y alma, treinta años después, presenta una película de amor y desamor tan convencional en el argumento como personal en la forma que cada actor va modelando con manos propias.