El cineasta Chema García Ibarra hace un favor flaco a
Fernando Jiménez del Oso y a
J. J. Bernítez a la hora de abordar la ufología en este disparate cinematográfico. Rectifico, el director y escritor ilicitano se ríe de esa ciencia, atorado en un cine independiente cochambroso, de presupuesto delimitado. La chuchería resultante de un proyecto flojo, que alguien defenderá sus intenciones experimentales, hace aguas la cojas por donde la cojas. Es aburrida, torpe en la interpretación, desconectada de la realidad e incapaz de crear universos paralelos al mundo real; ni tan si quiera ser acerca a la chabacanería del orbe creado por Carlos Jesús y un ejército marciano procedente de Ganímedes, la Constelación Orión o de Raticulín. Todo resulta pálido y atropellado en
Espíritu sagrado, cuya pronunciación suena más a aventura esotérica o paraje selvático de una civilización perdida. La proyección se estrangula en su estupidez honrosa, en la repetición irritante de actores que vomitan textos en vez de dar cuerpo a las palabras. Los diálogos se encabalgan como un monólogo de besugos. Los fallos lingüísticos y los errores interpretativos son honestos al no esconderse del espectador. La palabras inventadas forman parte de un zoológico poblado por habitantes deformes en su expresividad. La sosería es tan fuerte que su procedencia, producto de la abducción flagelante, termina por convencer. La fe ciega en un vacío sin filosofía alaba la pirámide del contacto galáctico. El barroquismo de la imperfección facilita la presencia de personas tan comunes como insoportables: la periodista inexperta que, deseosa por convertirse en Paco Lobatón; los seguidores acartonados de una asociación que venera al fenómeno UFO; la niña desaparecida como justificación coherente para el desconcierto; el muerto que será resucitado con el recuerdo de sus adoradores; una radio que no deja de lanzar anuncios alienantes; la vecina sabelotodo, más informada que el telediario, que advierte sobre el peligro de rumanos ladrones sin querer caer en la xenofobia de
Vox.