El amor actúa como esa corriente de electricidad incontrolable que estabiliza una vida indómita. La visión del mundo abre ventanas gracias a Emily Richardson. Su aparición en el mundo de Wain hace percibir lo diario un como baúl lleno de sorpresas donde la belleza alcanza fronteras desconocidas. La química natural estalla cuando el talento de uno se fusiona con la capacidad femenina para encauzarlo. La aparición de un gato rompe la ordenación cósmica al traer serenidad a la vida, y recuerdos con la muerte. El personaje identificativo de su obra es diverso en formas y colores. El negocio impulsa el arte, los encargos hacen cola, crea un zoológico gatuno haciendo del
micifuz callejero un distintivo social, su reivindicación como animal de compañía exclusivo.
Las adversidades familiares vuelven a atraparlo en nubarrones mentales incapaces de eclipsar su ingenio.
Mr. Wain es creación y destrucción, vida y muerte, llanto y alegría, compañía y hermetismo. Las pesadillas de la infancia marcan el sendero de su vida adulta bajo el signo de un cuento inglés tradicional. El estilo británico está perfilado por una producción detallista y el cuidado en la fotografía que hace bellos los momentos tétricos. El terror es una acuarela con forma de viñeta. El formato 4.3 enclaustra una imagen que hubiera sido más amigable con visión panorámica.
Claire Foy y
Benedict Cumberbatch forman una aleación química resistente en la que su compenetración reúne comedia con drama sin más altibajos que los producidos por la fatalidad inesperada. ¿
Mr. Wain podría representar el relato de un amor a tres bandas: la suave Emily, el prolífico Louis Wain y un gato que hablaba con su mirada? El artista y presidente del
National Cat Club entre 1898 y 1911 desplegó su productividad en la prensa satírica, impulsado aquí por
Toby Jones como descubridor de un diamante; o las postales de felicitación como precursor de la empresa de
tarjetas Hallmark.