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EL TOSTÓN DE UN MITO REPETITIVO
Película Spider-Man: Sin camino a casa


J. G.
(Madrid, España)

Spider-Man: Sin camino a casa
Ficha Técnica Video    
El mundo de los superhéroes se extingue y regenera con facilidad en la gran pantalla y sus creadores así nos lo venden en cada entrega. Lo que parece morir al poco tiempo renace con alguna modificación entretenida, caras repetidas y secundarios novedosos. La aventura, que puede sorprender con un comienzo inesperado, siempre finaliza con el sello de continuará. Es la marca inconfundible de Marvel que habita cada rincón de una ciudad convertida en paraíso del caos arácnido y saltimbamqui. La pareja Jon Watts-Tom Holland funciona gracias a la química del metraje prolongado y minutero excesivo e innecesario para resultar ameno. Es otro ejemplo de cómo se cuela al espectador fácil una historia sobrecargada de pretextos superficiales. La justificación de que el fenómeno Spider-Man se concibió para entretener no sirve como escusa para abundar en lo repetitivo ni que algunos guionistas tengan el encefalograma plano, reducido al beneficio de un taquillazo asegurado. Este engendro con saliva viscosa y aerodinámica voladora aburre a quienes vayan más allá de una acción exacerbada. Su energía escarba en el hoyo que nunca termina mientras esconde el hueso que supuestamente sepulta. La imagen construida con piezas de postproducción elaborada encaja con diálogos tontorrones y la presencia de un protagonista capaz de sacar su alma de holograma sentimental.
 
Spider-Man (Tom Holland) junto a MJ (Zendaya)  
Spider-Man y el Doctor Strange (Benedict Cumberbatch)

A pesar de que Spider-Man: Sin camino a casa arranca con un engranaje prometedor pronto se convierte en la continuación de pasados conocidos donde la hiperactividad garantiza incidentes atropellados. Si de algo está bien abastecida esta secuela es del movimiento proporcionado por una intensidad frenética que crece con la virulencia de los mamporros regalados. Todo es intrascendente en este mundo de engendros humanizados y buscadores del titular periodístico impactante en un mundo que gustan dibujar como apocalíptico. La caricatura de un mundo trágico dibuja seres especiales unidos por la distancia entre el odio de y la aflicción ante la pérdida amiga. Sin los efectos especiales, cargantes por la exageración violenta, el ajetreo pierde su fuerza gravitatoria. Después de explayarse en una furia gratuita pero necesaria para entender el universo al que Spider-Man se enfrenta, el argumento conocido de sobra no se corta en recurrir a la lágrima simplona para alcanzar toques de sensibilidad plastificada. Sólo se salva la presentación del héroe como un ser de carne y hueso con corazón nacido para morir. En este punto, rechina la necesidad de inmolarse para encontrar el resurgimiento en una persona del montón, con mirada inocente y palabras que no se atreve a pronunciar para no romper el curso de los acontecimientos. Los nombres propios brillan como reclamo recaudatorio en este tebeo para un público más adulto que infantil gracias a su descarga de adrenalina cabreada, parlante con los puños. Hay para escoger: Benedict Cumberbatch como padre Zeus, Tom Holland empalagoso, la presencia necesaria de Jon Favreau en sintonía con lo terrenal, la corrección de Jamie Foxx en su familia nueva, el rescate emotivo de Andrew Garfieldl y Tobey Maguire y la villanía de un Willem Dafoe difícil de superar. Esta lucha entre el bien y el mal es un tostón poblado de personajes con morfología variable. Ojalá que el final de la trilogía formada por Spider-Man: Homecoming (2018), Spider-Man: Lejos de casa (2019) y Spider-man: Sin camino a casa (2021) no signifique el comienzo de una tetralogía.

J. G.


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