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LA BANDA SONORA DEL DEPORTE
(Ceremonia inaugural de los JJ. OO. 2012
Estadio Olímpico de Stratford, Londres. 27-julio-2012)

J. G.
(Madrid, España)

Juegos Olímpicos 2012

El 6 de abril de 1896, 1.503 años después de la última olimpiada, el rey Jorge I de Grecia inauguró oficialmente los Primeros Juegos de la Era Moderna. El Estadio Panathinaiko escuchó la pieza musical creada por el compositor heleno Spyros Samaras (1.863-1.917), convertida en Himno representativo del espíritu deportivo. La letra fue escrita por Kostís Palamas.
La música forma una parte importante del corazón olímpico. La ceremonia inaugural con la que se ha abierto la XXX edición de los Juegos Olímpicos de Verano ha estado presididida por este aspecto musical y festivo. El director de cine Dany Boyle ha fusionado el espíritu solidario con el orgullo británico por su historia y artes. Se encargó de poner sonido e imagen a la ceremonia inaugural que acogió la capital londinense. Sin pretender superar los fastos de Beijing, la ceremonia inaugural dejó atónitos a los 80.000 espectadores que abarrotaron el Estadio Olímpico de Stratford, convertido en un mapa de la historia británica. La música de Edward Elgar abrió los actos para festejar casi un siglo de sonidos británicos; se convirtió en legado cultural identificativo de un pueblo. Los compases de su “Pompa y circustancia” fueron un homenaje a las cuatro naciones que forman el Reino Unido.

La placidez de la campiña inglesa dio paso a las trasformaciones originadas por la Revolución Industrial. En esta época innovadora, Kenneth Branagh aunó tradición con avance leyendo un texto de “La Tempestad” (Shakespeare). La música se convirió en energía percusiva para abrir una nueva etapa; un terremoto sonoro nos adentró en los cambios sociales que se avecinaban. La música, descriptiva en su conjunto, sirvió como hilo conductor para mostrar estas trasformaciones, recalcando el esfuerzo de la clase obrera por levantar una nación; olor a engranaje mecánico y político. Nota con nota, se homenajeó a las sufragistas, al sindicalismo, las primeras huelgas de 1918. El sonido electrónico se mezcló con el significado histórico de estos acontecimientos. El cambio cultural llegó en los años 60 gracias a la aparición de los Beatles; el colorido de Sargent Peppers desfiló reluciente. Los cinco aros olímpicos se juntaron en una explosión de pirotecnia resplandeciente y simbología laboral, guiño constante hacia la sociedad británica. Obación. Haendel y su “Music for the Royal Fireworks” se convirtieron en antesala de un icono con licencia para matar. El humor británico saltó al vacío con una reina que, hipotéticamente, se zambulló en las nubes londinenses ( nada se vio) bajo el sonido 007. Fue interesante escuchar “God Save The Queen” interpretado por un coro de niños sordomudos ante la llegada regia a Stratford.

El siguiente segmento preparado por Danny Boyle fue un homenaje a la riqueza literaria inglesa, sin abandonar el soporte musical. La aparición de Mike Oldfield rellenó este universo de grandiosidad visual: presencia inadvertida donde el sinfonismo de su música se convirtió en ambiente bailarín estilo años 20 sobre mundos de vigilia infantil. Duendes y pesadillas de cuento (el capitán Garfio; Cruella de Vil de los 101 dálmatas; la niñera Mary Poppins; Voldemort, el malo de Harry Potter) se mezclan en este mundo onírico con el rock sinfónico de Mike Oldfield y sus campanas tubulares. La música del genio inglés se convirtió en sinfonía de cuento con una guitarra majestuosa. Ambiente coral.
Siempre con la música como decorado principal, Boyle no olvidó su reconocimiento a la historia del cine británico. Las imágenes de Charles Chaplin o “Cuatro bodas y un funeral” se mezclaron con el recuerdo a “Carros de Fuego”, otro estandarte del espíritu británico. Su excelente banda sonora recogió deporte y música bajo un mismo escenario. La presencia empalagosa de Mr. Bean (Rowan Atkinson) fue poco afortunada, sin gracia. Aunque sonó sin la grandiosidad impresa por el compositor griego, ”Titles-Opening Scene" fue un segundo himno olímpico compuesto por otro heleno universal.

El director de “Traisnpotting” y “Slumdog Millionaire” buscó lo más representativo de cuatro décadas musicales con el número “The Night Out”. El espectáculo evolucionó hacia sonidos tecnológicos, el futuro estaba encima gracias a Sir Timothy "Tim" John Berners-Lee, creador de Internet. El rap de Dizzee Rascal calentó las caderas en el Estadio Olímpico de Stratford.
El Reino Unido es la cuna de la música moderna y así se reflejó: desde la pugna mantenida entre los Beatles (“She Loves You”) y sus oponentes The Who (“My Generation”) hasta hoy. También estuvo presente el rock eléctrico de Eric Clapton, Led Zeppelin, The Jam, el punk anti sistema de Sex Pistols, la épica ”Bohemian Rhapsody” de Queen (el grupo favorito de la Reina Isabel II); el rock de Sus Satánicas Majestades (The Rolling Stones) con “Satisfaction”; The Specials y su ska en “A Message To You Rudy”. La música de David Bowie, igual de andrógina que su físico, absorbió los 70; suena “Starman”. El dúo OMD, desde finales de esta década, viene mezclando synthpop con New Wave: se oye “Enola Gay”. El desarrollo musical siguió en los 80 con la electrónica de New Order ("Blue Monday”) y Eurythmics (“Sweet Dreams”). La banda Frankie Goes to Hollywood y su provocativo “Relax” revolucionaron esta década cambiante. Los 90 estuvieron presentes gracias a la locura electro rave de Prodigy (con Keith Flint a la cabeza). Entramos en los 80 llevados por el R&B londinense de Soul II Soul (“Back to Life”). El siglo XXI comenzó con un recordatorio a la inestable Amy Winehouse, escuchamos a Muse. Un meddley de color y ritmo variados.

Movimientos étnicos con la voz de Emeli Sandé y el himno escocés “Abide With Me”. Momento emotivo y terroso. Los percusionistas animaron el ritmo de las 204 delegaciones sujetas a la variedad musical de la banda sonora en esta ceremonia. Marcaron el paso bajo la música de Phil Collins, PSB y su “West End Girls”, Adele (“Rolling in the Deep”), “Stayin' Alive” (Bee Gees) o ”Mr.Bluesky” de la ELO. Otro toque musical se vio en los trajes de las delegaciones jamaicana y británica. Mientras que la primera fue vestida por la diseñadora Cedella Marley (hija de Bob Marley), la anfitriona llevaba diseños de Stella McCartney (hija de Paul McCartney) en sintonía con el Rey del Rock, Elvis Presley. Los británicos caminaron bajo la música de El Duque Blanco al compás de "Heroes". El directo de Artic Monkeys se presentó con “You are not good at dande floor” para convertirse en la antesala del final interpretando “Come Together”. La apoteosis tuvo nombre y apellido históricos. El piano y la voz de Sir Paul McCartney respetaron la tónica del evento invocando al recuerdo con "Hey Jude": el último himno de esta ceremonia inaugural. La campana que presidió el acto, y acompañó al segundo Beatle tenía una leyenda musical grabada en su piel metálica: "No temas, la isla está llena de sonidos" (La Tempestad, de William Shakespeare).
Danny Boyle consiguió deslumbrar manteniendo una emoción menos colosal que la provocada hace cuatro años. Los XXX Juegos Olímpicos de la Era Moderna comenzaron con una exhibición del Imperio Británico en su escala artística.

 

 

J. G.

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