El rock alternativo buscó refugio esta noche entre las notas de Pull My Strings. Con aire indie y un sonido potente, estos chicos de Lleida se han lanzado a la aventura musical con un primer disco largo emocionante. Lo están paseando en gira por España, y, por fin (digámoslo con la boca grande) le ha tocado el turno a Madrid. El rock suave se mueve junto a otro más garajero y agitador. La banda liderada por Miquel Allué dejó un grato sabor de boca desde "Crow's Nest"; engancha con facilidad. Su música es tan sencilla como las letras que la acompañan, orquestadas por una puesta en escena de andar por casa: propia de los grupos que sienten el calor de la sala como el mismo que se respira en el estudio durante una sesión de ensayo, pero con la sangre algo más revuelta. Es normal: hay un público que espera no ser defraudado.
Su sonido fue homogéneo, sin confundirse con lo alienante; quizás algo lento hasta la primera mitad, cuando los motores comenzaron a calentarse. Miquel encontró en su guitarra a la amante perfecta, de quien no se separaba. Sus caricias sobre las cuerdas la mimaban con impulsos dominantes. Los toques electrónicos de Xavier Botargues al sintetizador propiciaron atmósferas sintéticas, guiando a la música de Pull My Strings por terrenos más sofisticados. El teclado introdujo serenidad en "Sea of waves" (su primer vídeo) en contraposición a las guitarras pesadas de "Hide the bruises". Las canciones del disco "Dora Bay" hacen de esta población alaskeña una referencia a la rebeldía cercana. Sonaron con armónica estructura de grupo compacto buscando la perfección del compás eléctrico.
La velada discurrió fluída en una sala casi vacía. Fue rápida: un total de trece canciones que, sin sonar a ametralladora, funcionaron bien. La suya es una melodía pegadiza: sonido agradable comandado por guitarras calientes. El público que se acercó a la sala Moby Dick demandó un concierto más extenso.
Pull My Strings no es un grupo de saltos en el escenario, su electricidad es lineal. Además de hacer una música atractiva, resultan simpáticos y accesibles: ¿se puede pedir algo más?