La sala Nasti tiene aires de garito informal donde gente poco convencional se junta para escuchar música diferente. La electrónica programada por el DJ, previo al concierto, apabulla con un ronroneo simpáticop su oscura oquedad. Dos set list languidecen sordos frente a los instrumentos mudos, por el momento. Una calma chicha está a punto de morir, esperando temblorosa las huestes roqueras de Sangre y la psicodelia azulada de Holy Science. Ambos grupos poseen una estrecha relación profesional si bien los estilos de cada uno son dispares. Representan una mezcla interesante de vitalidad, desenfado y kraut-rock.
La nuevo de Sangre es alborotado, caluroso y está lleno de rabia femenina. Llega una banda dispuesta a rodar por las plazas madrileñas hasta labrarse una imagen dentro de la discutida fama musical. El vocalista de Holy Science, Laro Basterrechea, ha producido y grabado su EP "Sangre es Amor" (2013). Mucho camino por delante, muchos baches que sortear y muchas aristas por limar. El sonido de estas chicas promete para los amantes del punk rock y su puesta en escena es peleona. Merecen un voto de confianza dentro del rico espectro emergente en Madrid.
La sala se encontraba abarrotada (nadie pudo dar un paso ante sus canciones); lástima que tras la última canción de Sangre, el local se vaciara en desbandada. Ellos se lo perdieron. Da pena observar cómo muchas veces una sala se llena de amiguetes invitados que vienen a corear a los colegas y se despiden sin dar las gracias. Bulto innecesario. Aún así, el calor de sus melodías no habían desaparecido y quienes no huyeron como la peste, permanecieron expectantes. Nerviosismo y paciencia. Laro Basterrechea, el alma mater de Holy Science, se encargó de insuflar adrenalina acústica. Su sonido reflejó una inensidad oscura que destila lujo; es hipnótica. El bajo de Pablo Martínez se apoderó del escenario con una facilidad extrema, bailando los dedos entre las cuerdas a ritmo de sonidos intensos. La tranquilidad impregnó esta vibración reconcentrada.
Sonaron bien, a pesar de que su bajista no dejara de quejarse por este o aquel acorde. No se sintió cómodo, sin embargo su música fue fina y discreta. Holy Science tienen que ir a por todas y no pueden caer en el error del perfeccionismo sublime. Los sonidos sucios también triunfan (que se lo digan a Nirvana); pero, por mucho que Pablo se quejara, Holy Science fueron limpios. Algo de impulso en la voz de Laro hubiera llenado su música; el batería: constante; y la electrónica, notable. El psico underground tuvo momentos de gloria con Holy Science. Se zambulleron en un baño de oscuridad sónica atrayente, arropados por guitarras definidas. Ojalá que nunca pierdan esa sustancia gris que se sale del circuito convencional.
