La Riviera se quedó temblando tras la actuación regalada por Editors. En su segunda visita a esta sala madrileña y sexta a España, ofrecieron un concierto de altura abierto por teloneros que supieron estar en su sitio. La gente quería verlos sobre el escenario y Balthazar no defraudaron. Nacieron en 2004 y ya tiene nuevo disco: “Rats”. A pesar de su juventud, este trabajo les convierte en hacedores de un electro hip hop que no deja indiferente.
La voz de Maarten Devoldere, que también participa en la guitarra, sabe entrar y acunó. Sus canciones son pegadizas. La electrónica del teclado junto al toque clásico del violín rompe los esquemas de banda anclada en un solo estilo. El juego de luces sorprendió para unos teloneros, creciendo hasta convertir el escenario en espectáculo apetecible. El empuje de Christophe Claeys en la batería se integró con la delicadeza de Patricia Vanneste (violín, teclado, voz), la discreción del bajista Simon Casier o entrelazados riffs de Jinte Deprez (guitarra). Venían a presentar su nuevo trabajo, abrieron y cerraron con dos temas de “Applause”, el primer disco: “Blues for Rosann” y “Blood Like Wine”.
Balthazar demostró ser un grupo con empuje, de los que suenan bien en grandes sitios y con los que disfrutas en lugares recogidos.
El calor masificado se palpaba frente al escenario, entre el público presente. Editors arrancaron con “Sugar”, un trallazo dispuesto a arrasar. De esta manera, advirtieron su intención: exprimir hasta la última gota de sudor a los seguidores. Imperó el sonido de una banda que no se conformó con agradar a la gente, sino que se empleó a fondo. Despues de las divergencias entre Tom Smith y Chris Urbanowicz, Editors regresan renovados a la arena musical. Es un grupo de concierto, algo que dejaron muy claro desde su entrada hasta los últimos acordes de “Papillon” en el último bis. Fue imposible olvidar primeros éxitos como “Munich”, “Blood” o “All sparks”. Los botes y palmas salieron despedidos con “Bones” como impulso irrefrenable. las manos miraban al cielo y las palmas eran nota predominante de esta música encendida e incendiaria. “Honesty” acompañó con un cierre vestido por la teatralidad de Tom Smith, apoyado por un grupo compacto y lleno de poder sonoro. Los bises tuvieron aroma electrónico, rodeados por samplers y teclados.
La fiesta estaba servida. Cada canción fue un espasmo saltarín, coreando los estribillos como si fueran el ruido de una sola marea. El líder de Editors hizo de todo: piano, guitarra, voces.
Los comienzos rompedores y su aplastante energía en la cuerdas fueron motivos suficientes como para verlos apretujado. Todos las canciones son tratadas como himnos por su gente, enfervorizada.
Editors son música en estado eléctrico puro; fuerza por los cuatro costados, vitalidad. El sonido fue perfecto; lástima que el juego de luces, todo hay que decirlo, dificultara el trabajo de los fotógrafos.
Con su gira europea avanzada, este concierto les ha servido para tomar de nuevo el pulso a España. Madrid es una plaza amiga para los de Staffordshire; su público nunca falla a un grupo que siempre garantiza el espectáculo.
Editors se encuentran en la cresta de la ola, amos de un sonido perfecto y cañero: una combinación diabólica para hacerte vibrar.
