¿Por qué se dice que un grupo musical ha ganado espacio en el espectro internacional: por tocar fuera de su país, por tener adeptos más allá de sus fronteras?... Es la duda que surge cuando escuchas a The Holydrug Couple. Nadie les quita el mérito de haberse convertido en iconos del rock psicodélico chileno o de presentarse como alternativa al sonido underground sudamericano. Nadie les niega ser una banda emergente y, por ello, a tener en cuenta.
En su toma de contacto con el público español, la banda liderada por Ives Sepúlveda (guitarra, teclista y vocalista) no estuvo acertada al intentar sumergirnos en paisajes de sonoridad atractiva. Para abrir boca, Holy Science despertó el apetito musical con su electricidad psicodélica, amante de las guitarras punzantes.
La formación de Laro Basterrechea, que hace seis días tocó en la sala Siroco, dejó el listón muy alto a The Holydrug Couple. Estos encontraron en los españoles motivación para defender el reconocimiento conseguido por su música en Chile.
En estudio, las canciones de The Holydrug Couple suenan limpias y envolventes pero dejan mucho que desear cuando se enfrentan al directo, como hoy lo demostaron en El Perro de la parte de atrás.
Excepto la primera fila, empapada del magnetismo regalado por Holy Science, el resto de la audiencia esperaba al grupo chileno como quien hace tiempo en una cita intrascendente. Un escenario frío retozaba vacuidad; la expectación por escucharles pasó desapercibida. Una de las desventajas que ofrece la sala madrileña es el desamparo técnico de su entorno: sin juego de luces implicado en una complicidad con el artista.
The Holydrug Couple lucieron un rojo sangriento que anunciaba su muerte lenta. Lanzaron un bombardeo de guitarras sin domesticar entre una acústica espantosa. Dejaron el lastre de banda experimental intentando componer alguna melodía atractiva, sin conseguirlo. Quienes buscamos concordancia en una canción, encontramos en The Holydrug Couple disonancia con intenciones psicodélicas. Su espectáculo resultó cansino y seco. Los incondicionales del trío chileno habrán disfrutado de este encabalgamiento sinfónico; los demás, vimos a un grupo sin gancho para conectar.
Los teloneros Holy Science ganaron por goleada al grupo principal. Siempre tan compactos, con guitarras inquietas y sensaciones mayúsculas, su estilo innovador se está convirtiendo por méritos propios en imprescindible de la escena psicodélica madrileña.
El sonido fue más limpio que el ofrecido este mes en Nasti, con guiños hacia una pureza eléctrica abasalladora. No nos cansaremos de decirlo, pero Laro Basterrechea concentra el sentimiento en sus notas. Nada se puede agregar a la entrega de Pablo Martínez: un bajista demoledor, creciente; con mucho que aportar a nuestra devaluada creatividad sonora.
Holy Science lo dieron todo y el público absorvió esa actitud con una reciprocidad absoluta.
Laro sonó a guitarrista ochentero cien por cien: puro, afinado. Holy Science se consolida, paso a paso, en su carrera el éxito.
Sólo criticar el sonido oscuro de unas voces que no sonaron bien. Fueron embrujas por algún duende puñetero que no las tuvo en cuenta. ¿Despiste o destino del telonero? De todas formas, Holy Science sigue su andadura hacia un prestigio que está tardando en ser reconocido.