Suiza se caracteriza por sus vacas convertidas en reclamo publicitario, sus quesos, pastos y laderas alpinas. El campo musical dibuja un paisaje más rocoso. El rock extremo de Dreamshade dejó constancia de su fuerza medida e intenta, llena de sustancia rítmica.
En la presentación de su nuevo sencillo Question Everything, la voz agresiva de Kevin Calì se lanzó a la arena de la sala Sound Stage a impulsos de metalcore nervioso. El ajetreo acompasado fue resultón, su acometida formó parte de la teatralidad artística. Dreamshade resolvió su intervención con esmero y entrega constantes. El sudor cristalizó con intención penetrante, cada vez más agudo.
Una vez que el fuego estaba encendido, las puertas se abrieron a Don Broco con un recibimiento apoteósico. Los seguidores que se acercaron a bailar con sus canciones deseaban vibrar zarandeados por los temas de éxito que forman su trabajo más reciente, Technology. El escenario se cubrió de azul celeste conjugando la música tecno con el sonido máquina más perfeccionista. La coreografía discotequera intima con la cadencia del hip-hop en una mezcla de ritmos caribeños y sintéticos cargados de toques guitarreros mortíferos. Rob Damiani daba vueltas sobre el escenario convertido en tiovivo. Saltó, cantó, bailó, improviso, divirtió y supo recompensar la fidelidad de un ambiente que respiró en un bote sincronizado junto a cánticos enérgicos.
Las melodías de estribillo fácil y pentagrama sencillo impusieron su ley: un seguro para el triunfo en las listas de éxitos y pistas de baile. Don Broco es una mezcla de estilo y comercialidad. Su música tiene en España un nicho representativo. La interpretación casi íntegra de Technology alternó novedades con éxitos anteriores que certificaron el entusiasmo del público; surcó el cielo de esta fiesta al compás atronador de Don Broco encendido. Incitó y excitó en un concierto que será recordado como una de las citas roqueras del año más saltarinas y desenfrenadas.